Un día más
Publicado en Nov 22, 2012
Un día más. Al abrir los ojos solo me esperan mil cosas por hacer. Debo levantarme, darme un baño, tomar el desayuno y vestirme para ir a la escuela. Empiezo a desear que la alarma no hubiera sonado. Hubiera sido preferible.
Mientras voy en el camión hacia la escuela veo la ciudad. Todos sus colores me parecen opacos. Tal vez simplemente sea el cielo, el cual está totalmente gris. Probablemente lloverá más tarde. Por lo menos habrá un cambio respecto a los últimos días. Al bajarme del camión observo los titulares de los diarios que se encuentran en un puesto de periódicos: crisis económica y asesinatos. Hay muchos muertos. Se me hace tarde para entrar a clases. Me encamino hacia allá. Al entrar al salón saludo a mis amigos. Últimamente me han estado evitando. Deben creer que quiero estar solo. ¿Qué demonios les hace pensar eso? ¿No se dan cuenta que lo que realmente me gustaría es salir a divertirme y olvidarme de todo por un rato? Pero ni siquiera tengo ánimos para pedírselos. Mis clases se suceden una tras otra rápidamente. No soy muy consciente de lo que mis profesores dicen, pero si alguno me pregunta directamente soy capaz de responderle sin problemas. Soy bastante funcional, aunque ahora parezca que soy un zombi. Sí, un zombi, con el rostro desencajado y la mirada perdida. No hay mejor descripción para mí que ésa. Llega el final de clases. Mis amigos planean salir, pero ninguno me invita a ir. Todos se despiden de mí, al parecer convencidos de mi deseo de soledad. ¡Perfecto! Si ellos creen que necesito estar solo tal vez lo mejor sí sea estar solo. Ha empezado a llover. Me gusta eso. No traigo paraguas ni impermeable, por lo cual no me queda más remedio que mojarme. Me agrada sentir el agua que recorre mi cuerpo, mientras no puedo evitar preguntarme si la lluvia de ciudad me hará daño. ¿Qué no daría porque la lluvia ácida fuera capaz de deshacer mi ser entero? Pero no tengo tanta suerte, y lamentablemente no soy tan valiente como para intentar el suicidio. Tal vez algún loco de la ciudad podría convertirme en titular del periódico. Ya me lo imagino: Chico aparece muerto en medio de la calle. Dejo pasar dos de mis camiones a propósito. Me gusta sentir el agua, pero si lo pienso detenidamente, eso no me ayuda. Ningún loco vendrá a matarme con la lluvia que cae. Así que me resigno, y le hago la parada al tercer camión que pasa. El chofer se me queda viendo muy feo, pero no dice nada. Decido no incomodar a la gente, y aunque hay lugares vacíos, opto por quedarme de pie. De esa manera no tengo porque mojar a otra persona. El viaje es bastante rápido. Al llegar a mi casa como lo primero que encuentro en el refrigerador. Después de terminar la comida realizo mi tarea. Al acabarla me doy cuenta que aún tengo mucho tiempo por delante. Odio eso. ¿A quién se le ocurrió decir que el tiempo ayuda a todo? A mí no me ayuda, solo me deja peor de lo que estaba. Mi vida es así, un callejón sin salida. Lo mejor sería acabar con mi vida por mi propia mano, pero no tengo el valor de hacerlo. Supongo que lo único que me queda es hacerme a la idea de que mañana será otro día más.
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