Paraso agusanado
Publicado en Nov 23, 2012
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A la punta que cortó en dos mi vida
He gastado demasiada tinta en contarle al mundo nuestra historia porque pensé que una historia así no podía perderse en el olvido, pero al mirar el fondo me doy cuenta que es fría, vulgar, casi mezquina y sin embargo está hecha de seda y terciopelo fino, está hecha de nuestra carne y bendecida por un vuelo fugaz de ángeles el día de nuestra única entrega. Ay amor lejano, príncipe mío me has vendado los ojos para siempre, me has puesto muletas y coja he andado 2555 atardeceres desde que en la puerta de un edificio como a un bebé me abandonaste.
De entonces a la fecha he tomado muchas decisiones erráticas; me tatué tu nombre junto al ombligo, anduve vuelta loca en el desierto perdida horas en un lugar llamado la zona del silencio sólo para acallar los sonidos alrededor y estar segura que esa voz que gritaba distorsionado tu nombre era la de mi corazón.
Las penas de amor mal llevadas son las peores enfermedades del mundo y aunque debí haberme crecido ante el castigo fui débil y en lechos ajenos agoté mi cuerpo creyendo ver tus ojos asombrosos y enormes, pensando que eran tus labios de poeta con ese surco rosado los que me dejaban sin aliento bien entrado el amanecer; durmiendo con tu fotografía sobre mi regazo hasta que el cansancio me arrebataba la inconsciencia.
Mi luna sin noche, mi desconsuelo, mi delirio. Tu amado recuerdo ha sido más sombra que mi propia sombra y aunque me has hundido en este lodazal inmundo para volverme rehén de tus antojos, aunque me hayas puesto de rodillas, aunque suene horrible, inaceptable, abominable, yo te adoro.
Porque sé que si algún día brillo será a fuerza de haber sido tanta opacidad y herrumbre, tanto barro y porquería, porque dime tú ¿acaso las más bellas flores no se alimentan con la mierda? pues bien este amor que es sin mácula se ha nutrido de esa manera atesorando cada golpe tuyo en la mejilla, guardando entre celofanes tus olvidos, fabricando diamantes con diamantina. Como alquimista he convertido las piedras en oro y de la más vulgar anécdota construí una épica de amor que me he encargado de difundir en todas las latitudes.
Ahora que transito por los confines de la vida tengo la posibilidad de dejar tu recuerdo abandonado en algún camino, quizá en un estero, pero la sola idea de vivir sin ese peso me resulta tan ligera y miserable que todo mi ser se inconforma, ¿Qué hare con esa liviandad en mis pasos cuando ya no tenga que amar  por dos? ¿Cómo voy a justificar mi poesía melancólica y lastimera? ¡Ya no tendré lágrimas furtivas en los momentos menos indicados! Por favor, si recibes esta carta manifiéstate y dame motivos para mantener latente tu recuerdo aunque sea una década más.
Tu flor de loto
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Foto del autor Laura Vegocco
Textos Publicados: 41
Miembro desde: Nov 05, 2012
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Descripción

Palabras Clave: Paraso agusanado desamor desierto tatuaje olvido placer tormento.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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