Mi naturaleza
Publicado en Nov 23, 2012
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Viví hace mucho tiempo atrás. Nací  en un año marcado por la tragedia. Era 1600, en Rusia murieron de hambre 2 millones de personas, entre las cuales se contaban niños, adultos y adultos mayores, fue catastrófico para el país, pero lo fue más para mí, pues dos de aquellas personas eran mis padres, gente esforzada que luchaban día a día por llevar el pan a casa… ¿Qué como lo sé? Les contaré, pero más adelante, no quiero arruinar los acontecimientos que vendrán después.
No comenzaré relatándoles mi infancia, pues no tuvo mayores sorpresas, lo único que les diré es que crecí en un orfanato, con niños como yo, que habían perdido a su familia de una u otra forma, y aunque no recuerdo bien si fue una etapa triste o feliz en mi vida, solo sé que crecí entre la maleza y los arboles. Tuve un talento innato para comunicarme con la naturaleza, y digo “comunicarme” porque si la escuchaba hablar, sentía lo que las flores sentían, vivía lo que los arboles vivían y sufría cuando algún talador despojaba de los bosques a sus habitantes.  Pero mi talento iba mucho más allá de solo escuchar la naturaleza, la controlaba a mi antojo; hacía crecer los arboles en tan solo unos segundos; ocupaba las hojas de los sauces como látigos para quien se atreviera a molestarme con tan solo pensar en ello y el agua era mi sirviente, solo el tocar algún líquido lo convertía en hielo, en gas o en olas que atrapaban a mi presa y la ahogaban hasta quitarle la vida. Pero como les dije, no recuerdo exactamente a quien maté, a quién ayudé ni a quién salvé con mi don, lo que sí recuerdo bien, pasó un poco más adelante, el 23 de mayo de 1616, el día que lo conocí.
Augustus Male el hombre más adinerado y poderoso de toda Rusia, una de las personas más ruines y despiadadas que haya pisado la tierra y uno de los sujetos con el más sanguinario de los dones. Lo vi… en realidad él me vio, recostada en el pasto, el suelo era tan verde y luminoso que provocaba besarlo. Se paró frente a mí y me miró sin hacer ruido, yo aún no me percataba de su presencia, pero cuando escuché el grito adolorido de una flor posé mis ojos en él; sombrero marrón, chaqueta larga abotonada haciendo juego, pantalones negros largos que dejaban apreciar su altura y botas marrón oscuras que estaban siendo la perdición de aquella flor tan diminuta y tan indefensa.
-          Levante su pié izquierdo, se lo ruego- lo miré con súplica.
El hombre me contempló cuidadosamente; un vestido rojo largo manchado por el lodo, sandalias desteñidas y gastadas, y el cabello rubio suelto y brillante que tocaba el césped casi abrazándolo. Me había dicho muchas veces que mi rostro era muy angelical, que mis facciones eran tan hermosas que hacían que todo hombre se volteara a mirarme, pero el propósito de aquel hombre no era contemplarme y lo supe al instante, cuando con su mirada me levantó y me suspendió en el aire por un par de segundos, no pude resistirme o intentar zafarme, sentía que una energía oprimía mi cuerpo y me convertía en un muñeco de trapo.
-          Hola, muchacha bonita- dijo con voz aterciopelada- iré al grano de inmediato. Necesito de tus habilidades, quiero que controles a la naturaleza en beneficio mío.
-          ¿Cómo sabe de mi poder?- pregunte intrigada.
-          Te he observado desde que eras muy pequeña- dijo con tono malicioso.
-          Y ¿qué le hace pensar que lo haré?- respondí con esfuerzo, casi perdiendo el aire.
-          Es muy sencillo-siguió con tono apacible pero fuerte- si no lo haces asumirás las consecuencias-esbozó una sonrisa- y para que te quede claro lo que podría pasar si me desobedeces, te lo demostraré ahora mismo.
Su mirada se volvió más potente, de pronto siento como mi cuerpo es retorcido como paño viejo. En mi interior mi estómago era oprimido de tal forma que creía que reventaría y la sangre comenzaba a correr mucho más rápido de lo habitual, era insoportable. Grité de dolor una y otra vez suplicando que parase, pero no lo hizo, en cambio disfrutaba de mi dolor.
-          ¡Por favor, se lo suplico, pare!- le rogué con lagrimas en el rostro.
De pronto caigo al suelo sin previo aviso. El hombre dio media vuelta mientras yo levantaba el rostro en su dirección, con las manos puestas en el fango.
-          Nos veremos mañana aquí- dijo sin mirar atrás- a las 2… y no intentes nada, sabes muy bien lo que te puede pasar si haces algo que no me agrade.
Se alejó sin decir nada más. Contemplé su partida con recelo y odio, me tenía bajo su control y ya no podría hacer nada para impedirlo.
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Descripción

en el año 1616 en Rusia, una hermosa niña crecía y desarrollaba sus dones. un hombre, que la había estado observando desde hacía mucho, la quiere para sí.

Palabras Clave: controlar la naturaleza

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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