Si la vida, como un gentil rayo de sol,                          

me bendijera todos los días,

himnos y glorias cantaría,

para enaltecer a la amada mía.


Si el trinar del ave

acompañara                                                                                    

todas mis mañanas,

con gusto sanaría

mi alma corrompida,

culpable del pecado,

de aquella noche de agonía.


Si la brisa del lago,

me ayudara a

acariciar tu rostro

desde la ventana,

me conformaría con

rodear  tu figura un momento,

y aspirar de nuevo tu aroma

que aún me deja sin aliento.


Si me dieras otra oportunidad

para demostrarte lo que siento,

sin duda alguna vaciaría tu memoria,

de amarguras y tormentos.

Mas si crees que mi falta

nunca de tú corazón podrás

borrar,

en tú pasado desde ahora,

me voy a enterrar.