Un hombre sentado dentro de un televisor viendo directamente hacia el televidente. Lleva un traje café y un vaso de plástico en una mano. Sus ojos están con los orbes rojos. Comienza a hablar:
- Y así es como, en mi caso, el alcohol en ves de ponerme incongruente e inconsciente, me pone en un estado lleno de lucidez, de vida y de elocuencia. Siento que soy capaz de responder a las preguntas más difíciles que se plantea la humanidad.
Sorbe un poco del vaso, mientras la cámara que le filma se aleja, mostrándonos que se encuentra en un show de entrevistas con un locutor y su respectiva audiencia (la cual tiene frente a ellos un cartel que se ilumina para darles las señales de aplauso, risas, y otras expresiones idiomáticas de las cuales no podrían darse cuenta si no tuviera aquel dichoso cartel). El locutor le mira perplejo y le dice al televidente, ese público invisible pero igual de presente:
- Y aquí señoras y señores, tenemos al gran Catarri. El líder espiritual y político de nuestra época. Cualquier pregunta que quisieran hacerle, solo escriban al correo que aparezca en pantalla o llamen al siguiente número.
Hace una pausa mientras mira el vaso que el Gran Catarri sostiene y pregunta.
- ¿Puedo preguntarle qué es lo que está tomando?
El gran Catarri responde:
- Alcohol de peso con un poco de azucar. No tenía para el jugo.
El teléfono al lado del presentador suena.
- Y aquí tenemos la primera llamada!! - Contesta el teléfono y dice con un entusiasmo fingido.
- Buenas tardes! Díganos su nombre por favor, y haga su pregunta!!
El teléfono se queda callado unos tensos segundos. De ahí, una ronca y seria voz responde:
- Buenas tardes. Soy el padre Martín de la parroquia de San Francisco. Quisiera preguntarle al señor Catarri si es que no se siente culpable al presentarse de esa manera frente a los ojos de niños inocentes, y de jóvenes, sabiendo que representa lo que nosotros como sociedad intentamos evitar para ellos. Gracias.

El teléfono se cuelga, y un tenso silencio inunda por otros pseudo segundos. El Gran Catarri se termina su vaso. Mira a la cámara con sus ojos perdidos, y responde con una voz ronca y seria:
- Este elixir que se encuentra aquí presente - con una mano se toca el estómago - Evita que mi mente le dé importancia a hechos tan catastróficos para nuestra raza como la corrupción, la violación de cualquier tipo, el asesinato del individualismo, y la historia de nuestra especie, tristemente autonombrada dueña del mundo. Y mi mente al no darle importancia puedo entonces pensar en un futuro con más optimismo que el actual. Es por eso que no me avergüenza salir en la televisión frente a niños que necesitan ser educados!
El locutor mira al Gran Catarri, y le pregunta.
-¿Y qué opina acerca de lo niños señor Catarri?
-Bueno... primero me serviré un poco mas de esto.- Saca un frasco de plástico con una tapa verde (alcohol puro) y lo vierte en su vaso - Ahora - dice luego de tomar un poco - Creo que los niños ven el mundo a través de los ojos de sus padres. Y que al tener padres cada vez mas ausentes en este despiadado mundo, los niños se refugian en la televisión. Ahora, el 99% de la televisión muestra basura. Si por basura entendemos, claro está, lo más inmoral y deplorable de nuestra raza.
La audiencia que se encuentra en la sala aplaude, ya que es fácil aplaudir cuando hay alguien que te dice que aplaudas, o que comas, o que estudies, o que pagues impuestos, o que reces, o que quieras algo o no.
- Y déjenme preguntarle al padre ese: ¿no se siente culpable de representar a una institución que asesinó a millones de personas por las razones más estúpidas, engañando y ocultando a niños y jóvenes sobre su propia historia? - Mira hacia la audiencia y abriendo los brazos vocifera - ¡No se ustedes! ¡Pero estoy seguro que Jesús se debe estar revolcando en su tumba!
La gente se levanta y aplaude, a pesar de que el cartel se encontraba apagado. Algo se estaba moviendo en ese estudio y al otro lado de los televisores.