"El rating de un antiguo rey".

 Por: Neocoatl.


5,000 A.C:


La tarde estaba por caer en aquella antigua ciudad... las calles de tierra natural y cuyos edificios de barro le daban sus formas, mostraban el acostumbrado paisaje ya habitual para los residente de aquella urbe: mercaderes ofreciendo todo tipo de mercancía, gente observando que artículos de primera necesidad adquirir, pastores conduciendo sus rebaños de ovejas, campesinos retornando de sus labores del campo cargando sus utensilios, alegres niños corriendo por todas partes, mujeres cargando sobre sus cabezas canastos con comida o pequeñas jarras de agua... a lo lejos se observan a suntuosos señores que junto con sus esposas vestidas con las más finas telas y portando doradas alhajas, son llevados en tarimas cargadas al hombro por esclavos, al mismo tiempo que son flanqueados por fuertes soldados armados con lanzas y escudos, con rumbo a sus majestuosos palacios.


Pero ya cerca de la medianoche, por todas partes se escuchan ensordecedores gritos... se trata de infinidad de pregoneros, los cuales dan el siguiente anuncio: todos, hombres y mujeres, grandes y pequeños, ricos y pobres... en fin, todos deben dirigirse a los templos más cercanos (levantados en honor de unas deidades llamadas: "Los Señores que vigilan los cielos y las tierras") puesto que: "La gran ceremonia está por iniciar". Esto es motivo suficiente para que, sin importar lo que estuvieran haciendo, todos los habitantes salieran de sus casas y se apresuraran a llegar a alguno de aquella infinidad de templos distribuidos por toda la ciudad.


Cada una de estas edificaciones, las cuales poseían dimensiones suficientes para albergar a 200 personas,  eran notorias por su peculiar decorado frontal: se podían observar 4 columnas exteriores que las sostenían, mientras a cada lado de su amplia entrada, había 2 estatuas que parecían "custodiar" aquel acceso; sus características eran zoomorfas, con cuerpos como de hombres pero las cabezas como de camellos, ovejas o serpientes. Y todo ese asombroso pero medianamente modesto decorado, remataba con un ornamento aun más extraordinario: en la parte superior de la entrada se podía ver una extraña imagen tallada en piedra de unos raros seres humanoides con cabezas abultadas, ojos redondos y enfocados al frente, bocas pequeñas, altos y sosteniendo en cada una de sus manos con solo 4 dedos, largos "cetros" metálicos que parecían chispear, mientras un aura muy poderosa rodeaba a esos entes... al parecer ellos eran: "Quienes vigilaban los cielos y las tierras".


De forma ordenada, las personas iban accediendo a los templos mientras quienes podían ocupaban lugares en largas bancas (había hasta adelante algunas hechas de fino mármol exclusivas para las personas privilegiadas, mientras el resto, hechas de toscas maderas para la gente del pueblo); en el interior había más estatuas de esos extraños seres, a la vez que sacerdotes vestidos de blanco esparcían el aromático humo der incensarios por todas partes. Las personas estaban totalmente emocionadas por lo que para ellos significaba esa "ceremonia" y lo demostraban con el enorme bullicio que generaban sus balbuceos.


De pronto, los sacerdotes irrumpen anunciando que está por comenzar "la ceremonia" a lo que todos guardan silencio. Al momento 2 sacerdotes abren una cortina color purpura que se encuentra al frente de todos, dejando al descubierto algo sorprendente: ¡una gigantesca ventana cubierta a su alrededor con un gran marco  negro! pero que en lugar de permitir vista alguna hacia su interior... reflejaba como un espejo todo lo que había al frente.


Uno de los sacerdotes expresa que aquel sorprendente artefacto, al cual llama: " El ojo divino", ¡"revelara en su seno las imágenes del rey que los gobierna a todos"! lo cual provoca el entusiasmo de aquella gente. En cuestión de segundos, sucede algo extraordinario: ¡aquel "ojo divino" comienza a proyectar imágenes!. Lo primero en observarse es a un individuo de aspecto imponente... el cual no es otro que Ukkub, el soberano de aquel pueblo, quien era conocido también con el sobrenombre de: "El Comunicador" (esto debido a que se le atribuía la facultad de poder comunicarse con los "dioses").


Al verlo, todos los presentes hacen un gesto de reverencia. En ese momento, el soberano saluda a todos sus súbditos y les expresa que "tiene un mensaje muy importante que comunicarles a todos, de parte de los Vigilantes de los cielos y las tierras"; ante esto, las personas le prestan su total atención. El rey les da el mensaje:


Los dioses han decretado que ellos, sus adoradores más fieles, ¡deben declararle la guerra a su reino vecino!; esto porque "aquel pueblo ha caído en la inmoralidad y la decadencia y por ello se han negado a seguir los mandatos divinos", lo cual al escuchar las personas comienzan a lanzar gritos de rabia total y a maldecir a sus vecinos de aquel reino cercano. Por lo tanto, "El Comunicador" les hace la siguiente pregunta: ¿Están dispuestos a lanzarse a la guerra, aun a costa de sus vidas, por aniquilar a esos "pecadores"?...  por lo que todas las personas lanzan al mismo tiempo ensordecedores alaridos de total aprobación. Al momento, el soberano se muestra complacido y en ese instante, da inicio un extraño espectáculo que incluía a músicos, hermosas danzantes, saltimbanquis, contorsionistas, malabaristas, hombres llevando con cadenas animales exóticos y lo más extraordinario: ¡raros seres humanoides con cabezas de animales como camellos, ovejas, serpientes, chacales, etc! (de ahí, las extrañas estatuas que había al frente de los templos). Todos desfilando alrededor de "El Comunicador".


Y mientras esto sucedía, en un punto muy alejado de aquel lugar, más específicamente en el espacio exterior:


Dos seres muy extraños miraban todo ese grotesco "show" en una especie de pantalla, parecida a los "ojos divinos" de los templos. Las apariencias de esos seres eran semejantes a las extrañas figuras talladas que se mostraban imponentes en la parte frontal de cada templo: cabezas abultadas, ojos grandes y redondos, altos de 4 dedos en cada mano además de tener la piel color morado... no son otra cosa mas que extraterrestres o los supuestos "dioses que vigilan los cielos y las tierras".


Al observar todo ese montaje humano y mutante desde el interior de su nave espacial (la cual flota en la cercanía del planeta Tierra), uno de esos seres, totalmente divertido, le expresa a su compañero por vía telepática (esto debido a que sus pequeñas bocas estaban imposibilitadas para la comunicación oral):


"¡Esto es genial!, esos seres primitivos son tan fáciles de controlar..."


"¡Sí!... nosotros solo tenemos que encargarnos de la transmisión audiovisual por medio de esos artefactos receptores que les hemos donado... ¡y ellos mismos se encargan del resto!"- le responde.


"Pero aun así, no dejo de tener en mi interior ciertos dilemas ético-morales... ¿está bien que al final, los usemos para que se aniquilen los unos a los otros?".


"¡Es por el bien de nuestra civilización!... hemos comprobado que ese reino está asentado sobre tierras que son ricas en yacimientos  de ese mineral que hemos estado buscando, el "aurinium" (plata), necesario para sostener nuestra industria metalúrgica".


"¡Vaya, lo que tecnología muy avanzada para ellos y manipulaciones genéticas, pueden reportarnos!... aunque se trate de consecuencias muy desastrosas para esos primitivos".


"¡Esto no es nada!... deja que ellos evolucionen, alcancen un nivel semejante al nuestro y usen los mismo medios que nosotros ahora usamos con ellos... ¡te aseguro que los motivos que darán y tendrán las mismas consecuencias funestas, harán parecer a los nuestros como mínimos y totalmente justificados!".


                                                            FIN.