Yo tenia un amigo
llamado Miguel
y cuando nos encontrabamos
nos abrazabamos y reiamos.
La noche que me llevaron 
me metieron en el baul de un Falcon
con los ojos vendados
y las manos atadas atras.
El Miguel estaba alli tambien
y no pudimos abrazarnos
y menos reir.
Y nos llevaron juntos
a algun cuartel o comisaria
donde nos torturaron con electricidad.
Eramos muchos
lo digo por los gritos.
Uno era el mio
uno de los otros era de Miguel.
Habia olor a tropa
y a carne quemada.
La radio a todo volumen
no tapaba los alaridos.
Nos rompian entonces la boca.
Tambien nos llevaron
a visitar la panza del acorazado Murature
metidos cada uno
en cajas de metal apiladas.
Nos sacaban de alli
para rompernos el alma
por via rectal.
Fueras varon o mujer.
Despues nos transportaron
hasta los bañados del Rio Parana.
Era muy dificil caminar descalzos
con los ojos vendados,
encapuchados y las manos atadas atras.
Decian, agachate que hay un alambrado
y cuando te agachabas
te molian a patadas.
Reian, reian, reian...ellos.
Desnudos y muertos de miedo clamabamos,
nos hicieron arrodillar en el barro
y al grito de preparen apunten
los cerrojos dejaban ecos en la noche.
Los sapos dejaron de croar.
Nosotros, luego del simulacro de fusilamiento
llorabamos a mas no poder.
Duele tanto verse cobarde.
Ellos, como siempre,
no podian dejar de reir.
Hoy, en democracia, dicen,
los cuarteles y comisarias
siguen alli,
incolumes, impunes.
El acorazado surca orgulloso el rio
es un barco gris y tenebroso.
Las autoridades no andan en Ford Falcon
ahora les dieron Mercedes 4x4.
Tan campantes, hoy,
en democracia,
en las fechas patrias desfilan.
Igual que a tantos
al Miguel no lo vi mas.