La primera vez que lo vi, estaba sentado sobre un lanzador de cargas de profundidad en la popa del navío, con un palillo en la boca, se aseaba los dientes al buen estilo paisa. Siempre me llamó la atención su camisa bien encajada y su impecable uniforme azul, nunca lo vi con el "portacomida", siempre con su gorra y el distintivo del DD-3. Un viejo destructor tipo flecha, quien en sus años mozos se llamó el USS Waldron DD-669 y como ven era un armastote desahuciado de la marina imperial gringa, comprado a precio de huevo y repotenciado por encima para ponerlo al servicio de la tercermundista Marina Nacional.
 
Cerca a su corazón, una banda impresa con su apellido: López, Dijo ser de Don Matías, un pueblito recóndito y atascado de cafetales por doquier en la verdosa tierra antioqueña.  
En algunas ocasiones lo vi sentado sobre alguna de las bitas en la popa, con una guitarra farfullando un torbellino, un bambuco o esas coplas llaneras ininteligibles y lastimeras.  
Gracioso y burlón, me dijo que era sub-oficial tercero y contramaestre. Mi oficio de Radiotelegrafista lo consideraba para gentes con cierto toque de locura y abstraídos de oficio, y razón tenía el paisa. Por razones de las rutinas de entrenamiento y otros menesteres lo dejaba de ver por largos trayectos de tiempo.Nunca lo vi en las formaciones generales y hasta ahora caigo en la cuenta: jamás interactué con él y otros tripulantes más. Siempre era él y yo, nada más.  
No me extrañó que jamás lo encontré en el portalón haciendo guardia alguna. Cuando se organizaban zafarranchos de incendio o combates, nunca lo vi en medio dela batahola de marinos posicionándose en sus preconcebidos lugares. 
En otras ocasiones, en el dormitorio del Dpto. de Operaciones, en el pasillo donde estaba mi litera, sentado sobre una de las lacas, lo veía leer pequeños libros de poesías, mi confesó su total arrobamiento por los textos desgarrados de José María Vargas Vila, como le gustaba mencionarlo, por su nombre completo. Decía que era la conciencia de la Patria y el mejor escritor Latinoamericano de todos los tiempos. 
Hace unos días, en el aeropuerto, despidiendo a mi hijo menor, vi una persona muy parecida al paisa López, me acerqué y le pregunté si se trataba del mismo paisa del A.R.C. Santander. El hombre me miró de pie a cabeza y me dijo que no, pero que su hermano gemelo sí. Cayó al mar cuando se encontraba sentado en uno de los lanzadores de carga profunda en la popa del Navío. Lo estremecedor de esta historia es que, cuando llegué a esa unidad, López tenía mas de dos años de haber desaparecido en el farragoso mar de la guajira, en una noche renegrida con vientos huracanados como es rutina en esa demarcación endiablada del caribe Colombiano. 
Eran las 9 de la noche y camino a casa miraba por la ventanilla del vehículo la abisal oscuridad de la costa de Marbella, sobre la avenida Santander. pensaba en este turbador episodio, de haber conversado varias veces con alguien que no era ya de este mundo, Yo que me precio de ser un redomado y recio incrédulo de todo lo que no tenga un fundamento científico, no he podido dar una lectura lógica a ese episodio que se defina en lo razonable y creíble.Ahora me tomaré la labor de averiguar con algunos de los tripulantes del Destructor de aquellos tiempos y confrontar sus impresiones con la historia de halloween que les acabo de narrar.JDS/01/117/12.