De pasiones extremas y andar resuelto y disuelto en la infinitud de la vida.
Agazapada por el miedo a perder la carga del bulto tórrido del amor. Sentimiento que se le impone y la coloniza hasta en la respiración.
Cada amor que se marcha es el desprendimiento del pétalo de un lirio, nutrido de ellos, lirio que se niega a morir y permanece desmembrado, incompleto pero aferrado al suelo.
Así es ella.
Solo sabe de amor.
El sexo no es principio, ni medio, ni siquiera fin.
Es amor. Y lo hace con plena libertad existencial. De ser y hacer.
Lo hace con libertad desconocida, casi utópica, casi mística.
No conoce de medianías. sobretodo entre sábanas y gemidos de orgasmos salvajes y honestos.
Deja su criatura sobre la banca del parque y deja escapar un suspiro, cansada y con la piel tirante y ardida por un sol de averno que la frita a fuego lento.
Sus ojos de niña se pasean por el entorno y se pregunta donde queda lo que busca, eso que busca sigue aún lejos y probablemente no llegue a tiempo.
Hay una limosna que el Estado paternalista le ofrece por ser madre soltera, cabeza de una "familia" que lidia sola, después que sus amores le hicieron el quite. Y la busca afanosa, sin poder encontrarla.
Se angustia y cuando me ve pasar me pregunta.
Le indico y me ofrezco a llevarla en un taxi. No acepta desconfiada, carga de nuevo a la criatura y camina a la vera de un camino ardiente que se la traga lentamente.
Detrás de ella se ven venir unas enormes nubes grises. El estruendo del cielo antecede un diluvio biblico que se desgaja sin tregua sobre su mundo y el mio.