Diálogo entre Candelabra y el joven Riverie
Publicado en Nov 25, 2012
– Disculpe usted, pero hace noches que me pregunto qué es lo que lleva a tan hermosa señorita a estar prácticamente enclaustrada en esta vieja casona. No es que la vigile, ni mucho menos, pero prácticamente sé de su presencia por la música proveniente de un piano que atraviesa las paredes y llega a mis oídos, liberando mis lágrimas, por lo emotivo de su brillante ejecución, como así también mis más profundos deseos de conocerla.
– No sé cuál es la pregunta. – No importa, no es mi intención molestarla. ¿Vive usted sola aquí? – Así es. – Me pareció oírla conversar, como si hubiera alguien más. – Dígame: ¿Usted no tiene otra cosa que hacer que andar husmeando por las paredes? – Perdone…es que los comentarios… – ¿Qué comentarios?, ¿De quiénes? – Por favor no cierre la puerta, escúcheme: me gustaría ser su amigo. – Le hice una pregunta. – Creo que hice mal en venir. – Ya lo creo. Ahora discúlpeme, estoy ocupada. – ¿Otra noche puedo venir a saludarla? – ¿Llama a esto saludar? – No. –Vaya a seguir escuchando los comentarios y no vuelva a molestarme. – Le pido disculpas, no era la idea incomodarla. – Y yo le pido que se retire. - Con algún interés que aún no he descubierto estuve preguntando por usted en la aldea; pero no me han hablado bien de su comportamiento. Ahora que la observo no pareciera ser... - ¿Qué cosas le han dicho de mí? – No importa señorita. – Insisto. – Los comentarios dicen que es una vampiresa, pero se rehúsa a ser lo que es. Que fue mordida por su propia madre a quien luego asesinó. Que desde entonces no ha vuelto a salir, que vive confinada entre estas paredes hablando con seres imaginarios, tocando el piano hasta altas horas de la noche, para mantenerse despierta, por miedo a que el alma de su progenitora busque venganza mientras usted duerme. – Vaya con sus comentarios a otra parte por favor. – No son mis comentarios, es lo que dice la gente de usted. –Al reproducirlos también pasan a ser suyos. – No sé si le sirve, pero yo no creo lo que dicen. – Si no lo cree no hubiera venido a interrogarme. – Intenté acercarme con lo poco que sabía de usted, no me mal interprete. – No lo hago. Ahora déjeme seguir con mis asuntos. - Podría ayudarla si usted lo desea. - Vuelvo a pedirle que se retire por favor. - Espere. No cierre. Necesito confesarle algo. - Hable rápido entonces. - Mi nombre es Sebastian Riverie y he cruzado mares y montañas para conocerla. No me pregunte el motivo y cómo supe de usted porque yo tampoco lo sé; pero algo me condujo hasta esta casa. Hace días que he llegado, que he rentado la casa contigua, que sorpresivamente estaba deshabitada y en alquiler. Todos estos días me he preguntado qué cosas le diría y cómo le explicaría mi presencia en su puerta. Y aquí estoy, sin saber qué decir, arrepentido de reproducir comentarios pocos creíbles. Le ofrezco mis disculpas y sepa que no voy a volver a molestarla. Mañana a primera hora parto hacia mi tierra natal. Buenas noches. - Espere. - ¿Sí? Dígame por favor. - Me asusta lo que me cuenta señor. - No. No debe asustarse. No sé el motivo de mi visita, pero en este momento, al contemplarla, sé que mis intenciones no son causarle preocupación alguna. Si lo prefiere, me retiro ahora. - Me asusta el hecho de que yo misma he estado esperando todas estas noches que usted golpeé mi puerta. Pero ha venido hasta aquí a interrogarme de una manera arrogante y maliciosa. Espero que tenga un buen regreso a su hogar. Buenas noches. - No cierre la puerta. Permítame entregarle, antes de irme, un presente que traje conmigo, que lo he cuidado más a que a mi propia vida en esta travesía. Lo tengo en mi habitación, le ruego que me espere unos minutos. - No se moleste señor. Su vestido no me queda. Me habrá imaginado no tan delgada y con mal gusto por la preferencia de colores. Igualmente gracias por la atención. - Ahora señorita soy yo el que está asustado. ¿Cómo sabe usted que le traje un vestido, que no le queda y que el color no es de sus agrado? - No importa. Discúlpeme si lo he inducido de alguna forma hasta aquí. Ahora prefiero que se retire. Buenas noches. - Buenas noches entonces.
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MARIBEL
daniel contardo