EL MAR DE LA FERTILIDAD, DE YUKIO MISHIMA: LA FASCINADORA BELLEZA DE LA MUERTE
Publicado en Nov 25, 2012
EL MAR DE LA FERTILIDAD, DE YUKIO MISHIMA: LA FASCINADORA BELLEZA DE LA MUERTE
En la antigua Grecia, se acuñó un seráfico concepto, esencialmente aplicable a los héroes: la idea de “kalos thanatos” o la muerte bella. Esta singular definición incluso era atribuida a la muerte provocada. No podemos negar que existía y sigue existiendo toda una estética del suicida. La Humanidad sigue tratando de que la muerte revele algo de la propia vida. In estrictu sensu, el mismo acto de morir algunas veces suele ser el mejor epitafio que podemos dejar. Sin embargo, resulta más acertado afirmar que la mayor parte de la gente mantiene ante la muerte una actitud bastante pasiva, como si se tratara de algo remoto y sin mucha importancia. También es evidente que ese momento está rodeado -quizá más que la vida- de abundantes ideales estéticos. En ocasiones, algunas personas perciben el acto de morir como una “performance”, tanto de la belleza como del espanto. ¿Es la muerte el preludio de un viaje del alma de cuerpo en cuerpo (metempsicosis), como afirmaban Platón y algunos miembros de la escuela pitagórica? ¿Es el tránsito a un plano distinto de la existencia? ¿O una migración hacia otro mundo muy diferente al que conocemos? No cabe duda de que, mientras estemos con vida, nunca tendremos respuestas definitivas para estas interrogantes. Aún así, se pueden establecer referentes para abordar el esclarecimiento de uno de los mayores enigmas del Universo. Veamos entonces la siguiente aproximación a la tetralogía El Mar De La Fertilidad, del escritor japonés contemporáneo Yukio Mishima. EL IDILIO TANÁTICO DE UN SAMURAI Yukio Mishima es el seudónimo del escritor y dramaturgo japonés Kimitake Hiraoka, nacido en Tokio el 14 de enero de 1925. Su padre, Azusa Hiraoka, fue el secretario de Pesca del Ministerio de Agricultura. El joven Mishima, que pasa los primeros años de su infancia bajo la sombra de su abuela (quien lo mantiene separado del resto de su familia), estuvo exento del servicio militar: no participó en la Segunda Guerra Mundial por sufrir de tuberculosis. Este incidente le produce un intenso sentimiento de culpabilidad al sobrevivir y perder la oportunidad de morir como héroe nacional. Mishima empieza a escribir sus primeras historias a la edad de 12 años. A partir de entonces lee con avidez las obras de Wilde y Rilke, así como las de varios clásicos japoneses. De esta manera, continúa escribiendo en secreto todas las noches, pues su padre le había prohibido dedicarse al arte literario. Es su madre quien lo protege y lo apoya en el desarrollo de la vocación humanística. Mishima publica su primera novela, Ladrones (1948), ocupando un lugar en la segunda generación de escritores de la posguerra. Graduado en Derecho en la elitista Universidad de Tokio, obtiene un trabajo como funcionario en el Ministerio de Finanzas del Gobierno. Entre sus obras más representativas se encuentran Confesiones De Una Máscara (1949), Sed De Amor (1950), La Muerte En Mitad Del Verano (1953), El Tumulto De Las Olas (1954) y El Pabellón De Oro (1956). Esta última relata la historia del joven Mizoguchi, un aprendiz de bonzo obsesionado por sus propios complejos. Mishima tiene la oportunidad de viajar ampliamente y es propuesto para el Premio Nobel de Literatura en tres oportunidades. A su vez, es pretendido por muchas editoriales extranjeras. Sin embargo, es su primer mentor Yasunari Kawabata el que obtiene el galardón en 1968, y así Mishima se da cuenta de que las posibilidades de que fuera concedido a otro autor japonés en un futuro próximo eran muy escasas. Se cree también que Mishima quiso dejar el premio a Kawabata, de más edad, como muestra de respeto para el hombre que lo había presentado a los círculos literarios de Tokio en la década de los 40s. Se puede ponderar a Mishima como un exaltador del romanticismo por su especial tratamiento de la prosa poética en temas como la sexualidad y el amor. Es relevante su visión femenina del Marqués de Sade (la feminidad de lo masculino). Pero su obra analiza además los problemas de la generación de la posguerra, retratando las posibles máscaras que pueden adoptar el instinto autodestructivo, el horror por la senilidad, la fascinación por la muerte y el deseo de alcanzarla junto al ser amado. Yukio Mishima estuvo preparando su suicidio durante algo más de un año. Sabía que iba a morir cuando terminara de escribir el último libro de la tetralogía El Mar De La Fertilidad. La mañana del “incidente”, 25 de noviembre de 1970, Mishima llevó la última parte de esta saga a su editor. Después se dirigió junto con los miembros de su grupo a un cuartel del ejército que ocuparon, y luego de un impetuoso discurso a la tropa, él y su compañero Masakatsu Morita se quitaron la vida mediante el ritual del seppuku. Con su muerte, se pierde a uno de los críticos más lúcidos de la sociedad japonesa de posguerra, un artista superdotado que marcó señaladamente un derrotero en la historia de la literatura nipona. EL CREPÚSCULO DE LA ADOLESCENCIA Me trazo aquí como objetivo someter a un breve análisis cada volumen de la tetralogía de Mishima El Mar De La Fertilidad (1964-1970). Posteriormente, procederé a la elaboración de una comprensión hermenéutica, un acercamiento al objeto artístico de tan magistral monumento literario. En Nieve De Primavera, la primera obra de la tetralogía, la función que desempeña cada personaje es muy esclarecida y explícita. La obra intenta emular el estilo clásico oriental partiendo de los supuestos estructuralistas, con independencia de la cultura tomada como objeto de análisis. El tema principal es el amor entre Satoko y Kioyaki, ambos pertenecientes a dos familias de clase alta de Tokio. Al contrario de los de Verona, estos clanes familiares no están enfrentados, sino en deuda: la familia de Satoko -los Ayakura- debe la familia de Kioyaki -los Matsugae- la ayuda brindada para solucionar sus problemas económicos. Los jóvenes se casan, mas no en un matrimonio concertado a la usanza tradicional. Kioyaki, escritor de un diario de sueños, tarda en percatarse de lo que siente por Satoko y en comprender que, pese a sus múltiples desplantes, la joven ha insistido en expresar su amor por él. Un elemento indispensable del amor romántico consistía en que la mujer y el hombre mantuvieran rigurosamente las distancias y que, aunque profundamente enamorados, no llegasen a mostrar sus sentimientos (como ejemplo de esto tenemos el tema de la novela Lo Que Queda Del Día del también japonés Kazuo Ishiguru, y la película del mismo título, protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thompson). Tras la lectura, el enigmático título ya no lo parece tanto: el término “primavera” es asociable a la juventud, a la etapa de la vida en que los protagonistas principales se encuentran. La “nieve” la podemos asociar al invierno, al ocaso de la vida. De este modo confluyen juventud y muerte como temáticas preclaras en el volumen. ¿MISTERIOSA REENCARNACIÓN? En Caballos Desbocados, el objeto-valor directo de Shigekuni Honda estará en un primer momento en ausencia (la rutina le ha convertido en casi un autómata, los posibles objeto-valor como “tener listo para el lunes un alegato judicial sin que exista ningún riesgo” no le hacen ser un sujeto-héroe). Después de que entre en contacto con ese misterio llamado “samsara”, se manifestará en él un ímpetu por salvar a su amigo Kioyaki, reencarnado ahora en Isao: lo arriesgará todo, el poder que le faltó en su juventud ahora lo tiene. Esta vez no le fallará. La función del primer capítulo es contarnos lo que el paso del tiempo ha hecho en la vida de Honda, que ya ronda los cuarenta años. Nos encontramos con un personaje del que se podría decir, en un sentido material, que ha triunfado en la vida: es uno de los jueces más jóvenes y ostenta un cargo importante. Se ha casado con Rié -personaje nuevo del que poco sabemos y cuya función a lo largo del resto de libros es de escasa importancia, llegando al final de sus días a ser catalogada como “oponente” más que como “auxiliar” de Honda. A Rié la mueven los celos, pues al nunca confiarle Honda su secreto, no puede encontrar explicación a los extraños actos de su marido. Indirectamente, el narrador nos muestra que la vida de Honda no es perfecta. Para ello, recurre a imágenes impresionantes, como pueden ser Honda sumido en sus pensamientos en la azotea del juzgado, o el hecho de que en el edificio de al lado tienen lugar ejecuciones, llegando hasta él los sonidos de los fusilamientos. Por otro lado, la rutina se ha hecho con su trabajo y matrimonio: se ha casado con una buena esposa, pero no pueden tener hijos, su relación se basa en el respeto y en la amistad, pero ¿y qué ocurrió con la pasión? ¿Ésa que vivieron Kioyaki y Satoko? En estos años, Honda no ha olvidado a Kioyaki, aún conserva y lee su “diario de sueños” (de momento acude a él para recordar a su amigo, pero tras la primera prueba de la reencarnación, acudirá a él como fuente de predicciones, pues a partir de entonces algunos sueños guardan relación con lo que va ocurriendo). Con respecto a Satoko, ha pensado muchas veces en acudir al templo, pero siempre ha encontrado una excusa para no ir -parafraseando a Montaigne, teme sufrir durante ese encuentro, y por ello ya sufre por lo que teme. El título Caballos Desbocados alude a toda una juventud (la de los 30s) controlada por la propaganda bélica del fascismo japonés. Toda la pasión de la adolescencia puesta al servicio de unos ideales que pocos están dispuestos a llevar a cabo hasta el final. UNA EXTRAÑA ATRACCIÓN La característica más destacable de El Templo Del Alba es que la narración en primera persona sólo tiene lugar bajo el punto de vista de Honda, el protagonista. Él será el único sujeto-héroe. La supuesta reencarnación de Kioyaki esta vez será una princesa tailandesa llamada Ying Chan: esta heredera nunca tendrá una narración en primera persona, sino que sus sentimientos nos vendrán dados por los pensamientos que Honda tiene de ella al observarla a lo largo de la trama. Este modo de narración guarda relación con el creciente “voyeurismo” de Honda. Una tendencia que se ha desarrollado a lo largo de los años por la posesión de ese secreto, por no haber manifestado a nadie su incertidumbre sobre la posible reencarnación de Kiyoaki. A veces tiene la sensación de estar apartado de la corriente del mundo, como si por albergar esas dudas fuera un observador del devenir, situado en otro plano distinto: un contemplador asombrado. La historia comienza con Honda, que a sus cuarenta y siete años es un abogado de éxito, haciendo una visita a Bangkok. Corre el año 1941 y ha sido enviado por una compañía para llevar un caso importante. En su visita, la empresa le asigna a Honda un guía japonés llamado Hishikawa. Honda relee el “diario de sueños” y recuerda lo que Isao dijo en la cena la noche anterior a su muerte: “Allá a lo lejos, en el sur. Mucho calor... a la luz rosada del sol en tierras meridionales”. Fruto de su intuición, sitúa a la tercera aparición en estas tierras. Cuando escucha los rumores que corren por las calles sobre una niña de la familia real de Tailandia que está loca, pues dice ser un japonés, insiste en verla. Su guía lo consigue con mucha dificultad. Al encontrarse, ella le habla como Isao; eso es al menos lo que le transmite el guía que hace de intérprete. Honda necesita la prueba definitiva: ver los tres lunares, pero no lo consigue y, ante la histeria de la princesa que exige volver a Japón, la reunión se da por concluida. LA CAÍDA DE UN MITO La Corrupción De Un Ángel es el más breve de todos los libros que componen la tetralogía. La acción se retoma con Honda como protagonista principal, aunque la nueva -¿e indemostrable?- reencarnación de Kioyaki también comparte protagonismo. El anciano abogado adopta a Toru, un joven al que por casualidad encuentra en un faro cercano a la costa cuando daba uno de sus acostumbrados paseos con Keiko (Rié murió hace ya algunos años, y le pidió a ésta, antes de morir, que cuidara de su esposo). Hasta su encuentro con Honda, Toru era un joven huérfano, dotado de gran inteligencia, cuyo mayor placer en este mundo es observar el mar. La casualidad hace que, durante su visita al faro, Honda perciba en el costado al descubierto de Toru (es verano y va con una camiseta de tirantes) los tres lunares. En ese momento, Honda decide usar toda su influencia para conseguir adoptar al joven, desea tenerlo cerca para ser el guardián de su aciago sino, ya no intentará salvarlo de la muerte, él sólo es el solitario observador del Destino. No obstante, debido a que Toru es huérfano, aparece el problema de saber con exactitud su fecha de nacimiento -si nació antes o después de la muerte de Ying Chan (la intriga se resolverá en el penúltimo capítulo). El objeto-valor de Honda en este libro será el ciclo de reencarnaciones de su amigo de la infancia, Kioyaki, que tomará forma en el deseo de presenciar otra vez el destino infausto. Toru, el otro sujeto-héroe, tendrá al principio como único objeto-valor el mar, ese añorado hogar al que está seguro de pertenecer. Más tarde, cuando sea adoptado por Honda y apartado de la mar, el ángel se corromperá. UNA AMISTAD SIN FRONTERAS Tanto Mishima como Honda fueron secundarios en sus primeras etapas de vida. Mishima, embriagado por las historias antiguas de su autoritaria abuela; Honda, embotado por la historia de amor de su amigo Kioyaki, una veces cercano y otras lejano, una historia que es como las antiguas. Ambos bebieron de la misma fuente. Existieron pocos motivos para que el autor de Sed De Amor tomara la decisión de quitarse la vida, haciendo de su muerte un sangriento espectáculo. Mishima sentía gran fascinación por el pasado samurai, por lo que quiso morir como uno de ellos. En sus propias palabras: “Nada me repugnaba más que el pensamiento de un vínculo entre la vida y la muerte. ¿Es que incluso un gato se esconde ante la proximidad de la muerte, a fin de que nadie le vea morir?”. Marguerite Yourcenar hizo una extraordinaria exposición de la visión del vacío en la obra de Mishima (en mi opinión, superior a la de Kawabata y Kenzaburo Oé), por la valentía que demostró al exponer a la luz pública temas tan controversiales para la sociedad japonesa de esos tiempos. Autor de 15 novelas, 33 piezas de teatro y de más de 80 cuentos y relatos; este especialista en derecho es un verdadero creador de universos literarios. El trabajo de este “último samurai” ha sido y sigue siendo una fuente de inspiración para más de una generación. Su portentoso legado continúa generando odios y pasiones entre intelectuales, críticos y políticos. En él prevalecen el sentido romántico de la vida, el anhelo de escapar del olvido. Algo que los rockeros definimos como “vive rápido y deja un cadáver hermoso”. Mientras escribo este artículo, evoco emocionado un fragmento de la letra de una popular canción de los Smiths: “Y Si Un Camión De Diez Toneladas/Nos Asesina A Los Dos/Morir A Tu Lado/Bueno, El Placer, El Privilegio Es Mío”. Jorge Antonio Buckingham
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