Encontrando calma con un corazn roto
Publicado en Nov 27, 2012
Un nudo marinero en la garganta, sentimiento de vacío en el pecho, un amargo sabor de boca y una lagrima en la mejilla.
Llego a casa y cojo un lápiz... y espero. Hay silencio, tanto como para notar el despampanante latido de mi corazón, y mi cerebro revolviéndose en mi cabeza. Aún así me agrada el silencio, le doy un valor único, porque las cosas más trascendentes suelen ser las que no digo. Poso el lápiz sobre el papel, y comienzo a hacer finos trazos, como caricias prudentes y estratégicas. Dibujo un ojo, una por una sus pestañas, su rostro tierno, su delicado cuello. Mi solitaria lágrima se unde en una fosa, que aparentemente es la orilla de una sonrisa que apenas se atreve a formar. Viajo en el tiempo, la veo por primera vez repetidas veces, se acaba el momento y lo repito una vez mas. Y pensar cómo son las cosas ahora. Vuelvo en mi, el dolor se disipa. Me está llamando; contesto.. su voz me tranquiliza, qué bello sonido le da a sus palabras. Tan solo un "hola", una pequeña risa, un suspiro: son suficientes para sentirme perdido, en un mar de pensamientos, soñando despierto y con añoro; poder estar con ella y conversar y tomar su mano y vacilar, y... y son solo sueños. Sigo trazando, tratando ingenuamente de asemejar su belleza, dibujando diligente, pero con pasión ardiente, como si estas manos fuesen hechas para ello. Las lineas y colores fluyen como furiosas olas en un huracán. Me deshago del dolor, de las tristezas, y estamos solos ella y yo.. ella en dos dimensiones. Recuerdo haberla tenido entre mis brazos, haber sentido comodidad inexplicable; como dos piezas de un rompecabezas, que encajan perfectamente. Pero ella es un alma libre, desafiante y obstinada. Nada contra corriente y sale airosa. Ella no le pertenece a nadie. Es amable, y justa; respeta sus palabras, que difiriendo a mi, no calla. Su corazón es puro, sin tratarlo, pues no es lo suyo pretender, como cuando yo pretendo que las cosas están bien. Quedan sólo detalles, no es una obra maestra que amerite propiamente a la musa que me inspira, pues su ser no puede ser dibujado como su persona, la piel es solo un envase, su contenido es especial. El papel se ve sin vida pues carece de ello, la belleza importante, la belleza que a mis sentidos desborda. Y bien pues sus atributos son encantadores, el brillo de sus ojos no es del todo físico, sino espejismo de su personalidad; así como sus labios son tangibles, su sonrisa es angelical; aun cuando la calidez de su cuerpo destroza mi cordura, es su voz la que me regresa de la luna. Contemplo mi obra. No más lágrimas, no más dolor. Sólo esperanza de que todo puede estar mejor; y en cuanto a ella refiere, nunca dejará mi mente; si es al dormir, si es al despertar; paz en mi alma siempre me traerá, aunque allá afuera afuera halla tempestad.
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