Déjame tranquilo, deja que me vaya...
Si tú no tienes hogar, yo aquí hice mi casa.
No es noble torturar a quien vive tranquilo,
Y se ganó su vida, sin haber  ofendido en nada.
No importa-dijiste- aléjate ahora, de aquí,
No pongas excusas, ni intentes hacer trampas,
Sólo lo harás más doloroso para ti, sin dudas,
Y en mí decisión, no afectarás en nada...
Como tengo poder, lo uso. Debe ser así,
Los reyes gobiernan y no las piltrafas...
No sos nada, ni lo serás...llegó la hora señalada.
Tú morirás, con dolor...sin ultimas palabras.
No eres bueno- le digo. Tengo miedo de morir,
Sin oportunidad alguna, con ansias frustradas.
Tengo sueños, que no podré jamás cumplir,
Y ni siquiera tendré, ni  una triste lápida.
Un hombre miraba asombrado, todo aquello,
El hijo del hombre, sin mediar más palabras,
Mirando hacia el cielo, alzando las manos,
Dijo: muere demonio. Y fue el fin. Fue la nada.
¿Y quien me devuelve, mi vida, ahora?
Mis hermanos demonios, mi muerte reclaman.
Y mi asesino se marchó hacia el cielo...
¡Justicia, justicia...gritan en las marchas!.
No importa,  mi muerte, ni la de otros tantos,
La justicia es ciega, es sorda y no habla...
Su balanza siempre, se inclina hacia el lado,
De los ricos y yo...yo...soy un pobre diablo.