Ya no quiero desesperarme por no lograr que el otro me complete. Ya no deseo resignarme a que el amor sea un juego de niños, a que ser adulto sea entender que el amor es una golosina. Ya no busco hipnotizarme con la ciega ilusión que nutre la inevitable frustración que invita a una nueva ilusión. Ya no quiero dejarme llevar por la emoción luminosa que me convence que el amor es una rosa, la muerte una cruz y la locura un laberinto, ni por la emoción pavorosa que me persuade que el amor es un laberinto, la locura una cruz y la muerte una rosa. Si voy a padecer anhelos que no alcanzo, si voy a ir tras lo que parece inalcanzable e imposible, si voy a sangrar por cada una de mis heridas que sea porque no me animo a aceptar que uso al amor como una excusa para no vivenciar el más colosal y aterrador de los orgasmos: el de sentirme vivo. (Arte: J. Pollock)