Las lágrimas de una pequeña
Publicado en Dec 01, 2012
Otro día más que pasar sola en su casa. Sin nada que hacer, más que con el círculo vicioso de mirar tras la ventana y apretar contra su pecho su oso de felpa.
-¡Estoy en casa! Tras el grito de su madre, baja las escaleras con una enorme sonrisa. Su madre tenía el rostro amarillo y con unas cuantas arrugas de expresión; sus cabellos lucían desprolijos y sus ojos con un carente vacío. La sonrisa se le borró de inmediato. -Iré a mi recámara a descansar. Dejé la comida en la mesa. Dijo esto y subió la escalera de madera oscura. No se había merecido un beso de su mamá en la frente. ¡Ni siquiera una caricia en su cabellera oscura! ¿Qué había hecho mal? No lo sabía, hasta se le quitó el apetito. Imitó a su madre y regresó a su habitación. Paredes rosadas, estampados de princesas, una ventana, una cama, un ropero, ella y su oso... Depositó su peluche en un almohadón y se sentó en la cama, mirando el ventanal. Su papá no vivía con ella, pero sabía que él estaba en algún lugar del mundo y era muy feliz, aunque nunca la hubiera visitado ni mandado una foto. Pero su mamá se portaba algo desconcertante. Ya no la mimaba, rara vez comían juntas, no veían la televisión... Sus ojos, de un marrón oscuro, se empezaron a llenar de lágrimas. Rodaban por sus mejillas morenas y caían en el suelo helado. ¿Es que ya no la quería? Y mientras los sollozos se apagaban, se arropó en su cama y abrazó fuertemente a su oso: Era el único que podía brindarle cariño.
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cristhian
Olivia Paola Paredes Parra