Parte de la crnica CUANDO LAS ESTRELLAS LLORAN
Publicado en Dec 03, 2012
Durante muchas noches los segundos fueron días completos donde permanecía debajo de una cobija, sobre la cama, esperando al doctor con noticias que alegraran mi encarcelado corazón. Tres días antes de conocer la muerte, mi papá abrió la puerta, al verlo, me sorprendió su expresión triste. No comprendí por qué me abrazó después de sonreír. Susurró a mi oído cuánto me amaba; desde ese instante, el calor de sus blandas manos, en ellas me dormí hasta el día siguiente.
A causa del asma, mi infancia se vio afectada por múltiples complicaciones; entre ellas, conocer la oscuridad total, o sea, la ausencia de signos vitales. Respirar, reír y mirar es fácil; hacerlo con toda libertad para correr fuerte y lejos del dolor… tanto tiempo, mucho sin disfrutar. Recuerdo a mi mamá inventar cuentos frente a esa tortilla gigante con ojos y manos. Antes de dormir, siempre abríamos la cortina para saludarla. Ahora sí, por qué nunca me respondió; talvez, fue, porque sabía que muy pronto me iría donde la fantasía no existe. Las luces se prendieron; entraron muchas enfermeras y doctores; los pasos, las voces ¡No entendía; qué… quién es? Me sujetaban, acostado, no podía despertar del sueño ¡Me asusté! Quise llamar a mi mamá, pero, mi boca desapareció. Mis ojos, ¿dónde están? A lo lejos, detrás de la puerta, el llanto de papá, y muy cerca, dentro de mí, el silencio enterró toda Esperanza, hasta que volví otra vez a mi pequeño cuerpo sin saber dónde caminaría. Aquellos juegos nunca se me olvidarán; aquellos donde el cansancio no limitó nuestras ganas por seguir. Detrás del balón. Delante de nosotros la niñez, continuó. El esfuerzo es el forjador del triunfo. En barrio Cuba me di a conocer por vender repostería. Con tan sólo seis años, ya comenzaba a tener mi empresa. Una empresita un poco diferente, donde el Jefe me bendijo para ayudar a mi familia. Cuanto más me esforzaba, más trabajo y satisfacción recibí, aun cuando no lo entendiese en ese momento. Campamentos, caminatas y mucha diversión. En Campo Escuela Istarú, la Amistad fue ingrediente perfecto para mezclarlo junto a una fogata de corazones fuertemente enlazados por el compañerismo y la sinceridad, que el Banderín de Honor de la Tropa 15 significó para cada patrulla –en especial para la Tigres-, lloramos más de una vez por no haberlo ganado, aun así, ganamos lo que pocos logran: Una Verdadera unión de grupo. A los tres años entré a la escuela; recuerdo como la conserje abría el portón de atrás para que yo, junto a mi hermano mayor fuéramos a clases; aquí es donde se demuestra el Verdadero AMOR ¿Cuál? Fácil: el que se experimenta cuando eres pequeño, porque “sólo de los niños es el Reino de los Cielos”. Gracias a Arturo, aprendí que las personas más importantes te extrañan, mientras más cerca estés de ellas “¿Qué raro?” No miento: un problema en el lenguaje no es un defecto, es una cualidad por mejorar. <<Hablar>> significa esforzarse para dejar de creer, que lo hacemos bien ¿Por qué? Porque no me imposibilitó para ser periodista. El espíritu de la música cristiana me invitó a un mundo de luz, donde la guitarra me acompañó para cantarle a Costa Rica a través de una voz inocente, que fortificó mis pensamientos con perpetua Sabiduría del Gran Agricultor, quien cultivó en mí la pasión por el atletismo. Corrí distancias; conquisté metas fuera de lo posible, para un niño qué no es imposible ¡Cierto, tan verídico!, que el único límite es limitarse a no crear.
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