Invasin
Publicado en Dec 03, 2012
I
Entre poemas sin nombre oculto estas palabras, palabras de sombras y de estrellas, de sangre y locura y de latidos estrechos. Ojos borrosos envueltos en vendas, una momia ciega que intenta abrazarte; quizás esta noche respirarás aire fresco, brisa marina brisa que quema Gusanos correrán por tus venas mientras cavas tu propia tumba y piensas en tu epitafio. Mientras tanto, yo reiré. Reiré hasta volverme un demonio, uno más en tus sueños. Palabras, palabras... Condenas que perdonan Vocales que caminan bajo las lanzas del Hades. Marcharé triunfante a patear tus dominios, donde jugaste en la infancia (carreras, miradas, burlas y caricias). ¡Que será, que será! ¡Que será de esos niños que reían de tus dedos! Muertos y enterrados comidos por las ratas. (Esas ratas eres tú y soy yo y son todo el mundo). Oriente es el destino, el nacimiento de los hielos, el ocaso de las sombras, el silencio de las palabras, la luz de las estrellas, el fuego de los ojos el amanecer de la noche, la muerte de los latidos y la risa sorda que se escucha desde lejos. II Partiré mañana hacia el Oriente, disfrazado de tormenta, con la cara cubierta del lodo de tus zapatos y las manos manchadas del miedo que me congela. ¿Dónde está el cansancio que me despertó esta mañana? Partió antes que yo hacia la Tierra Prometida, hacia Canaán partió, y a tierra de Canaán llegó. Se acobardaron sus miradas ante la presencia del oscuro ángel, y de hinojos lo alabaron. Le cantaron los salmos apócrifos, aquellos prohibidos cantos que escuchaba cuando niño; bailaron al compás de unas cuerdas tañidas por largos dedos cubiertos de la tierra de los sepulcros. Y la invasión terminó en desastre, cuando los miedos de todas las miradas callaron bajo la ira de Dios.
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