Último adiós
Publicado en Dec 04, 2012
3
El humo de las esferas se habrá disuelto en la atmosfera para entonces. De las grandes naves no quedará rastro alguno, ni de su estruendo, ni de su viaje. Tan sólo las lágrimas de Uma cayendo sobre la yerba. Un grupo de niños aparecerá desde la selva y rodearán a la chica. Con sus risas y juegos le harán levantarse. _¿Las viste volar? -preguntarán emocionados-. _¿Las viste irse?-. _¿Crees que regrasarán algún día?-. Entre lágrimas: _Honestamente, creo que no las veremos de nuevo-. Aquello sólo hará que los niños se pongan más felices, les dará ideas acerca de una vida lejos del planeta, llena de aventuras y fantasías increibles. Niños, los protegerá su inocencia. No, no seas bárbaro, ¿Por qué habrán de decirle a los niños lo que sucederá?. Será mejor que no lo sepan, será mejor que se reúnan en las plazas junto a toda la gente de todos los pueblos, felices, sin preguntar, sin preocuparse, sin temor alguno de lo que podrá suceder. De lo que sucederá. No, no le dirán a los niños, sólo los mayores sabrán el motivo por el que la gente en los pueblos se reunirá en las plazas y parques principales. Los niños irán jugando y riendo como a ver un desfile. Uma los dejará adelantarse y los verá perderse en la multitud de rostros familiares donde no faltará ninguno. Se perderán entre la gente y luego Uma tomará su lugar junto a sus amigos. Entonces se encenderán los holotransmisores en todo el mundo. Al mismo tiempo y con la misma cara. Sólo los niños estarán felices. Variopintas emociones inundarán los corazones del resto de humanos. _Pueblo de la Tierra... No hay que temer, no dolerá en absoluto-. En algún lugar del mundo se encenderá una máquina plateada. Y en toda la Tierra las personas cerrarán los ojos al mismo tiempo. Sin gritar, sin moverse, sin sentirlo. Caerán al suelo en un instante. Silencio. Ya ni lo niños reirán. La máquina plateada se abrirá por la mitad y una niebla gris se esparcirá hacia el mundo. Ni el berrido de los elefantes, ni el contoneo de las eredaderas al crecer se escucharán ya. Ya no. Ya no. Las copas de los árboles lucirán marchitas, caídas, al igual que las raices ondenado en la tierra se quebrarán resecas. Resecas y marchitos. Cientos de hocicos estarán dentro del lago y ninguno beberá agua. Ya no. Ni su berrido ni su rugido. Ni su canto ni sus risas. La niebla inundará selvas, desiertos y agitará delicadamente las suaves ropas de los caídos. Se meterá entre las hojas de las copas de los árboles y luego de unos minutos desaparecerá, llevándose todo. Todo. La Tierra lucirá vacía.
Página 1 / 1
|
Elena Valenzuela
Ricardo Garca
Elena Valenzuela
Ricardo Garca