Entró al baño, lo sabía, al mirarse en el espejo le devolvería una simple imagen de una chica común y corriente que no tenía nada que ocultar, pero cuando retirara los lentes de contacto que tanto le habían ayudado en esos últimos años ha ocultar lo que ella tanto deseaba que desapareciera. Tenía suerte, su aspecto delicado, pelo color negro que contrastaba con su piel tan blanca que parecía leche y sus ojos que tantos habían elogiado de un profundo color azul, la ayudaba a distraer a los que quisieran preguntar por cualquier detalle acerca de ella. Pero sabía con certeza que algún día alguien sería más astuto y preguntaría hasta poder sacar información sin caer en el encanto de niña inocente que había tratado de construir, por eso se alejaba de las mujeres eran demasiado astutas y no se dejaban guiar por su apariencia. En cambio los hombres caían a sus pies con su apariencia y dejaban de preguntar. 
Maldijo en su interior, hoy los lentes de contacto le estaban causando mucho dolor sabía que tarde o temprano tendría que cambiarlos. El gran problema es que tendría que escabullirse de las miradas de sus compañeros de cuarto para poder ir a comprarlos. Sabía que era raro para las demás personas, pero vivía tranquilamente con 2 chicos y una chica, si lo sabía se había prometido no acercarse a las mujeres para que no notaran nada pero Ana pasaba más tiempo pendiente de su hobby de fotografía que de ella y como resultado casi nunca la veía. Por otro lado estaba Larry que era un aficionado al estudio y pasaba más tiempo en la biblioteca con sus libros que en la casa y Henry el cual había pasado a ser un gran amigo y siempre se quedaba en casa con ella. Él era el cocinero de la casa, le encantaba cocinar y había demostrado ser alguien en quién podía confiar, pero aunque hubiera podido contarle muchas cosas aún no podía contarle el horrible secreto que sabía tendría que ocultar para siempre si no quería dañar a los que ahora la rodeaban.
-¿Karen?, ¿Estás bien? Llevas mucho tiempo en el baño ya.
En ese momento se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado reflexionando en el baño.
-Sí, no te preocupes estoy bien gracias por preguntar Henry, enseguida salgo.
-Entendido, te quería avisar que voy a salir en un rato así que te dejaré comida en el refrigerador para que la calientes cuando tengas hambre.
-Gracias.
Justo abrió la puerta para encontrarse a Henry esperándola vestido como nunca lo había visto antes. Él acostumbraba a usar poleras manga corta junto con unos shorts y unas sandalias a juego, pero ésta noche andaba de camisa blanca con rayas azules, unos pantalones negros y unos zapatos a juego negros.
-¿Y para dónde vas que necesitas lucir tan serio?
Henry sólo se sonrojó y bajo la mirada.
-Voy a salir con una chica con la que llevo bastante tiempo hablando.
Lo miré con atención un buen rato antes de entender la verdad.
-¡Ajá!, con que ella te gusta ¿eh?, Por eso tan arreglado para salir con ella.
Rápidamente subió la mirada sonrojado aún.
-…Si
-Bien, buena suerte yo me iré a calentar comida antes de irme a dormir.
-Gracias, lo siento por no poder acompañarte pero ella es especial…
-Ya, ya, ya, ya entendí toda la palabrería de hombre enamorado, sólo ve y diviértete me lo contarás todo por la mañana.
Emocionado me abrazó y salió del departamento cerrando la puerta detrás de él. Y entonces me di cuenta que sería la primera noche que pasaría sola en el departamento. Bien me dije a mi misma aprovecharé de descansar de todo. Me dirigí hacia la cocina, tomé el recipiente donde Henry había dejado la exquisita comida que él había preparado y encontré otro motivo para ponerme contenta por estar sola una noche, tendría la comida para mí hasta que llegaran los demás. Pasando la comida a un plato y activando el microondas me senté en el piso de la cocina a esperar. Cuando el microondas sonó avisándome que estaba lista mi merienda corrí para sacarla y así poder degustarla. Apenas puse el plato de comida en la mesa me lo devoré en unos pocos minutos. ¡Vaya! No me di cuenta de que tenía tanta hambre hasta que empecé a comer. Luego lavé la loza que había ocupado para poder ir hacia mi habitación y de repente me acordé: ¡Podía aprovechar ahora que los chicos habían salido para ir a la tienda!, así que me dirigí a mi habitación con pasos apresurados, cogí mi billetera y corrí a la tienda.
Ya en la tienda pedí lo que necesitaba, una caja de lentes de contacto y recién cuando la cajera me entregó la caja en mis manos me tranquilicé. Al fin tendría un descanso del dolor pensé. Ya más aliviada me encaminé al departamento para poder poner fin a mi sufrimiento.
Desde un tejado se veía a dos figuras una junta a la otra observando.
-Es ella, estoy seguro.
-Pero y ¿Qué me dices de sus ojos?, son azules, ¿Cómo pudo haber cambiado?
-No te dejes engañar, mira lo que lleva en sus manos.
La figura miró atentamente a la chica que salía de la tienda dirigiéndose a un condominio de departamentos.
-Una caja de… ¿lentes de contacto?
-Exacto, así es como oculta lo que es del resto de los humanos que la rodean.
-Interesante, ha sabido arreglárselas durante todo este tiempo.
-Nunca dudé que fuera inteligente, pero ya es hora de que la llevemos con nosotros, si sigue aquí la encontrarán.
-Tienes razón, pero ¿Cómo nos acercaremos sin que se aleje?
-Hay que planear algo, no podemos dejarla sola.
Mientras Karen se dirigía tranquilamente hacía su departamento no pudo evitar sentir que alguien la seguía, sin alertarse empezó a caminar cada vez más rápido para alejarse de su perseguidor hasta que una voz masculina la detuvo.
-¡Espera!
Haciendo como si no hubiera escuchado siguió caminando rápidamente. Tenía esperanzas de llegar a su casa antes de que la atraparan, había algo en esta situación que no le daba confianza. Pero nuevamente la misma voz masculina la detuvo pero esta vez la hizo congelarse en su lugar y un escalofrío le recorrió la columna.
-¡Espera, Scarlet! Tenemos algo que decirte.
Hace mucho tiempo que alguien la había llamado de esa manera, no le agradaba ese nombre le hacía recordar todo lo que había pasado en esa época de su vida que quería olvidar. Negándose a darse vuelta se quedó inmóvil esperando que le hablaran de nuevo, si no decían nada importante y sólo la estaban confundiendo con otra persona se iría sin mirar hacia atrás a su departamento y se encerraría hasta que llegara Henry y todo quedara en el olvido.
-Eres Scarlet, ¿Cierto?
-Creo que te equivocaste de persona mi nombre no es Scarlet, lo lamento tendrás que seguir buscando.
Sentí que daba unos pasos más hacia mí.
-Me niego a creerlo, si estoy equivocado entonces dime ¿Por qué llevas lentes de contacto de color?
-Soy corta de vista y no me gusta mi color natural, eso es todo.
-Bien como quieras pero sé que eres tú, si necesitas ayuda cuando te encuentren ya no estaremos en este lugar, ya que en unas pocas horas nos vamos de aquí, tampoco queremos ser encontrados.
Ante esa declaración me di la vuelta y los vi ahí mirándome. Él con su cabello plomo y sus ojos verdes y ella a su lado con su pelo blanco y sus profundos ojos azules. Me quedé nuevamente inmóvil mirándolos.
-¿Vendrás o no con nosotros?, te ayudaremos a escapar, lo prometo.
Reflexioné un rato, no sabía si confiar o no en ellos. Me preguntaba qué pasaría si no me estuvieran buscando a mí si no a otra persona, pero me dije a mí misma pocas personas conocían ese nombre así que dada la situación tome una gran decisión.
-¿Vendrás?