El dolor (el que molesta que duela), nunca se aleja a golpes…
Los caminos sin señalización son un tanto temibles y otro tanto gentiles. Temibles; porque siempre estamos dispuestos a temer el hecho de no saber hacia dónde vamos. Y gentiles; porque es esa incertidumbre la que nos empuja a seguir buscando… no de mucho sirve esquivar el riesgo que implica montar ruta desconocida hacia donde tenga que ser. No de mucho sirve recorrer un camino en el cual, el destino es conocido; mucho menos, si este solo promete la seguridad de un viaje lineal, llano, liso, cómodo… como una espalda sin ningún tipo de grano que rascar. Esa comodidad es la que implica vivir siempre con la sangre cansada; la sangre peor de todas… la que pide permiso a las heridas para poder sangrar.
 
Tomando ciertos tipos de riesgos, el sentido de esta existencia puede volver a significar algo. Tendremos que empaparnos de empatía, comprensión y posicionamiento, tendremos que combatir los intentos internos y externos de moderar nuestros estados de ánimo. Pues los sentimientos viven en estado de coma allí en donde la traición interna se fortalece y se naturaliza externamente día a día. Y si tu voluntad es capaz de sobrellevar estos pequeños engaños diarios y tolerarlos como hechos que uno debe soportar para acarrear una vida apenas llevadera, será entonces que de Vos, solo quedara el caparazón de lo que (alguna vez), fue alguien lleno de sueños y esperanzas.
 
Mientras, toda la tormenta que duerme en tus ojos se terminara por manifestar desde los cielos... Entonces, las aguas ganaran la superficie demostrándote que el hecho de que sepas nadar no significa que estés preparada para sobrevivir en el mar. Y tu pequeña valentía (o la que creías tener), se dará a la fuga, junto a todos tus santos, tus testigos y tus plegarias.
 
La fantasía es la mejor amante del engaño; combinados, logran el efecto general del encanto. Pero no son más que eso: fantasías y engaños. Son pura sobra.
La realidad, en cambio, va acompañada de sentimientos y no necesita descripción alguna; simplemente es… todo lo que sobra le pertenece a la ausencia de lo conmovedor y sugestivo.
Le pertenece a lo seguro, a lo impuesto, a lo decretado, a lo poco encantador, a lo ensayado, a la repetición del método, a lo paupérrimamente pragmático, a lo irreal… desde lo irreal… y para siempre irreal… si no es real, que no sea.