El piano melancólico,
enhebra melodías y recuerdos
y estalla silencioso en los tejados
entre gritos
y júbilos y abrazos,
llevando los conciertos emotivos
al vértice profundo de mi alma.
 
El ritmo, la cadencia del encuentro,
en un mágico salto de alegría,
atrapa los rítmicos acentos
en el mapa presuroso de la noche
y dibuja
dos pieles en abierta conjunción,
juntando la vibrátil tentativa
del beso, la caricia, la pasión,
en medio de volcanes efusivos
y placeres inéditos.
 
La lluvia y sus arpegios
escancia sonatinas naturales
y mezcla
el acorde melódico del beso,
la turgencia tonal de la caricia
y el grito presuroso del recuerdo.