El acento telúrico y vital
confunde los susurros y jadeos
con el golpe sublime de la brisa
y mi piel palpitante,
alcanza los umbrales del deseo
y gime temblorosa
en medio de la noche y la llovizna.
 
El preludio venusto y silencioso
ajusta los acordes del rocío
y deja que mi piel,
pletórica de amor y tentativas,
encuentre los umbrales jubilosos
y derrame
los múltiples riachuelos de la savia.
 
Ajenos a la razón, en extravío,
la sangre se desboca,
el corazón galopa sin atajos
y mi cintura,
con ritmo sublevado y atrevido,
conjuga nuevas danzas con tu piel
y junta
los arcanos delirios,
el mapa sigiloso de la entrega,
el éxtasis frenético,
la ventura del amor a la intemperie
con gotas de rocío por techumbre.