El baño
Publicado en Dec 07, 2012
Cuenta la historia que un grupo de chicos se había juntado a comer y tomar algo para luego salir de fiesta. Los padres del anfitrión tenían compromisos, por lo que la casa estaba sola para ellos hasta el mediodía del día siguiente. Sin embargo, luego de comer y tomar pocos grados de alcohol, decidieron que no era una noche muy agradable para salir, dado que la lluvia comenzó a azotar la casa. Por lo tanto, sin otra idea para entretenerse, decidieron apagar todas las luces de la casa, que no era muy grande y sentarse a contar historias de terror.
Después de una seria de historias que crearon un clima muy tenso y nervioso, el mayor de los amigos se ofreció para contar la suya propia. Era, según él, una historia verídica, sobre una adolescente cuya hermana, una niña de ojos muy verdes, casi transparentes, sufría una muerte morbosa y desgarradora en una bañera, a manos de su hermano adoptado. El joven, a pesar de ser el mayor de los amigos, se sugestiono mucho con el cuento mientras lo contaba, ya que las imágenes eran muy reales en su mente. Cada desgarro de la carne, cada grito de la niña, cada expresión desfigurada pasaba por su mente como una película muy nítida. Y este miedo creció cuando escuchó a su oído un susurro. Un susurro corto, pero audible. Con palabras que nunca llegó a entender. Decidió no contárselo a sus amigos, ya que lo creerían loco, y terminó su relato. Y con el final también llego el momento en que sus amigos decidieron irse. Casi sin hablar y sin detenerse a prender las luces les abrió y fue despidiendo uno por uno hasta que se fueron todos. Pero al instante su mente se encontraba en otro lado. Volvió a escuchar los susurros. Y con ellos los gritos más desgarradores que nunca había escuchado. En sus ojos apareció la cara del hermano asesino desfigurada por el odio. Y escuchó un golpe. Un golpe seco, como el de una puerta al cerrarse violentamente al fondo de la casa. Se quedó inmóvil, shockeado. Sabía que venía del baño al final del pasillo. Escuchó el silencio en la oscuridad que todavía reinaba en la casa, pero no hubo otro ruido. Entonces comenzó a caminar por el pasillo estrecho con el corazón latiéndole con desesperación. Y con cada paso que daba escuchaba otro golpe. Cuanto más se acercaba a la puerta del baño más fuerte se escuchaba. El joven comenzó a llorar casi gimiendo. Un paso más y llegaba. Los golpes ya no sólo eran violentos, eran desesperados. Sin pensarlo giró el pomo y abrió rápidamente la puerta. Su muerte fue horrorosa. Profundas heridas desde el cuello hasta las piernas. Los músculos arrancados de los huesos. La mandíbula quebrada cayendo de su cara y las cuencas de sus ojos vacías inundadas en sangre. Mientras la policía hacia su pericia, y los padres lloraban la muerte de su hijo, desde una ventana una niña de ojos muy verdes, casi transparentes, miraba. FIN
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