UNA JORNADA
Publicado en Feb 16, 2009
Una jornada
Te veo por la mañana Que bajas de la cama, Que despiertas a tus hijos, Que te das un baño. Y luego que te arreglas. Que todos desayunan. Que llevas a los hijos A la escuela. Que te vas al trabajo. Y luego por la tarde, Que recoges a tu madre. Que recoges a tus hijos. Que van a casa de tus padres. Que en seguida Haces de comer. Y luego Que vuelves al trabajo. Que en la noche, En casa de tus padres, Recoges a los hijos. Que se van a tu casa. Que meriendan. Y que entonces, Se van a dormir, Tu con la cara cansada, Con un enorme peso En la espalda. Y con angustia En el corazón. Y tus hijos, Con el halo De la juventud. Pero no he visto, Ni la luz de tus ojos, Ni tu pecho con pálpitos, Ni una suave sonrisa. No he visto en este día, El vuelo de tus manos, Tu silueta ondulando, Tu perfil ensoñado Y tampoco oí tu voz, Ronca, ensimismada. Ni oí tu alegría Desgranada en carcajadas Ni he visto tus recuerdos. Ni el vuelo esperanzado De tus sueños Ni siquiera un barrunto De deseos. Y sólo me he quedado En un punto de atisbo, En la espera del fragor De tu sangre dormida. En la espera del caudal De tu savia exquisita. A la vera del camino, ¡ Ansiedad infinita ! Mirando el horizonte Y las nubes esquivas. Vibrando con el trueno Que resuena en tu pecho. A punto de la flama, Del incendio escondido. . Y no acierto a consumirme, Ni a brillar en tu fuego. Ni a hundirme Entre tu pelo Consumiendo tus besos. Ni a morir bajo las lanzas De tus manos heladas. Ni a acercarme A tus mejillas Presurosas y suaves. En cambio te persigue El dogal de mis brazos, En el mundo en que me vives Y en que inerme me matas. Y luego extrañamente Por el aire te escapas, Oh diosa que reclamas, El misterio y la esencia Del libre y decidido Germen de tu ensueño. 0SAN JERÓNIMO LÍDICE.- 26 DE MAYO DE 2006.
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