Viaje de vuelta
Publicado en Dec 08, 2012
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Es ya tarde, me he pasado el día entero estudiando y de lo único que tengo ganas es de llegar a casa, tumbarme en el sofá con la mantita y ver un rato la televisión. Con el invierno ha llegado el frío y con él la noche a tempranas horas de la tarde, lo que antes era sol a las seis de la tarde hoy es luna y luces en la oscuridad, y eso quita las ganas de todo. Salgo de la universidad, pensando en mi dulce hogar, pero vuelvo a la realidad al darme cuenta que para poder llegar primeramente tengo que hacerme una hora y media de viaje. Desesperante y agotador, lo sé.
Me subo en el tren de la estación de la universidad, tarda aún en salir, y saco mi libreta de apuntes para distraerme un rato. Miro el reloj cada dos por tres, hasta que por fin arranca y me dedico a mirar por la ventana y contar las paradas que me quedan.
Llego a la estación donde me toca hacer el trasbordo y con mis ojos cansados y mis piernas flojeando, consigo llegar a la vía por donde en cinco minutos pasa mi tren. A esperar. Hace mucho frío, busco mi gorrito en el bolso y me lo pongo mientras miro a la señora que está a unos metros de mí regañando a su nieto. Hace mucho que no veo a mis abuelos y ese momento me lo recuerda, mañana iré a verlos sin falta.
Por fin llega el tren, subo y caigo en uno de los asientos más cansada de lo normal. Saco el móvil y miro si alguien se ha acordado de mí, parece ser que no. Entonces un chico que se acaba de sentar enfrente mío y al cual no he mirado aún, dice mi nombre y se dirige directamente a mí. Levanto la mirada y me quedo completamente asombrada, se me pasa el cansancio de golpe cuando me doy cuenta de quién es. Alex, aquel chico que hacía años que no veía, uno de mis grandes amores de la adolescencia al que nunca me había atrevido a hablar. Estaba justo delante de mí. Casi no había cambiado, seguía igual de guapo, con la misma sonrisa, los mismos ojos, pero parecía más maduro mucho más maduro, sin duda.
Me quedé muda por un instante, hasta que reaccioné y le saludé con un tímido hola. El parecía no darse cuenta de mi incomodidad, me pregunto por mi vida, por mis amigos, por mi carrera, por mis proyectos de futuro y yo respondí tranquilamente, poco a poco me acostumbraba a su presencia y estaba más a gusto. Menos mal que aún me faltaban muchas paradas para mi destino.
Era muy amable, simpático y halagador, porque no paraba de decirme que estaba muy bien, que había cambiado mucho y que estaba encantado de haberme encontrado.
Me arrepentí mil y una vez de mis pintas y de mis ojeras, estaba más que natural, parecía que llevaba sin dormir dos días. Aun así seguía diciéndome piropos y yo roja como un tomate.
Su parada había llegado y ¡sorpresa! Era la misma que la mía, menuda coincidencia. Estaba anonadada, ni yo misma me creía capaz de coger tanta confianza con alguien y ni me planteaba que él fuese una excepción.
Nos separamos al salir de la estación con un ¡me ha encantado volver a verte, a ver si nos vemos de nuevo! Dos besos y cada uno por su lado.
Eso fue lo último que supe de él, pero al menos me hizo entretenido el viaje de vuelta a casa.
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Foto del autor Iris Rodriguez
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Descripción

Un viaje de vuelta a casa muy agradable.

Palabras Clave: viaje casa amor vuelta tren

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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