La calma
Publicado en Dec 08, 2012
El amor cosechó lloviznas ebrias
y el silencio, el grito clandestino de la brisa, hizo nacer plegarias confidentes entre tu piel, tu lozana fragancia en jubilunio y mi temblorosa piel amanecida. La llovizna, el silbido fugaz de una caricia atrapó los placeres en un beso y fundó los amoríos, el pliegue jubiloso, el arcano fulgor de los encuentros en el lecho recóndito, donde las fuentes húmedas del vuelo brotaron en cascadas irredentas y llenaron de silencios los cántaros del sueño en tentativa. Tus ojos, los dos rayos fulgentes del sosiego, estallan con la luz de la sonrisa y llenan cada día el paso cotidiano de mis besos.
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