Un caf dentro de un sueo
Publicado en Dec 09, 2012
Estabas allí; cuando llegue ya estabas allí; creí que no vendrías pero ya estabas allí, ya con tu café en la mano, ya con el viento en tu pelo...siempre te entretuviste en jugar con las cosas que nadie ve...quizás eso es lo que me gusto de ti. Vestías una falda negra, creo que era la primera vez que te veía con falda aunque...no la primera vez que veía tus piernas, aun así, he de decir que me impresiono, casi había olvidado la sensualidad de tus piernas, infinitas como las carreteras que llevan al cielo donde Dios espera para jugar otra partida ajedrez, con un demonio o un don nadie que quiera ganarle el mundo.
Yo llegue tarde, tu ya estabas allí, hablando con tu taza de café, pude verlo mientras llegaba a la cafetería desde mi coche, justo por la carretera que pasa al lado de la catarata de arco iris de la que tanto te hable, quizás te fijaste, quizás antes de llegar te detuviste a verla y pensaste en mi, dejando que te salpicaran las gotas de color al chocar contra su fondo, justo al lado de donde empiezan todos los ríos que acaban en blanco y negro para morir en las manos de un niño con un estuche de rotus. Aparque mi auto junto a la vieja iglesia, donde el ateo pedía el cielo, ande hacia el café por la catedral derruida por las lagrimas de una guerra y reconstruida con la risa del futuro, había quedado preciosa tras la reconstrucción y de cada roca de su pared se escuchaban las risas con las que fueron echas, solo había que pegar la oreja a la pared, como lo hace el que quiere saber que pasa al otro lado de la habitación. Me detuve frente al reloj, no podía perdonarme haberte echo esperar, así que...saque un cigarro del bolsillo interior de mi chaqueta y me acerque a aquel viejo reloj para pedirle fuego, pude convencer al tiempo de que retrocediera...¿como?...fue fácil, otros habrían ofrecido al tiempo su dinero, algunos su amor y otros incluso su vida, yo lo tuve mas fácil, solo tuve que engañarle, solo tuve que darle mis ojos y dejar que te mirara con ellos, el tiempo creyó ganar mis ojos y retrocedió cumpliendo su parte del trato...justo hasta el punto donde empezaban nuestros sueños, el tiempo no es muy listo o se cegó con tu imagen o comprendió mi pena de hacer esperar a una chica con una diadema de estrellas fugaces...pero al retroceder, retrocedio hasta el momento de antes de darle mi pago y me devolvió mis ojos y pude ver como llegabas aquel café donde habíamos quedado, no me equivoque, vi como te detenías en la catarata y dejabas que el agua todavía de color salpicara en tus ojos, no se si pensaste en mi, pero ¿que importaba?, eras una niña frente al inmenso mar del cielo tocando los colores de la tierra con tus manos, deseando a hacer muñecos de nieve con las arenas blancas del corazón. Ahora, yo estaba allí y te veía llegar, mas tarde que yo...pero aun así llegando pronto, aunque nunca hubiera sido lo suficientemente pronto como decía la canción de una radio que sonaba en todas las esquinas del alma. Te acercaste con lo mejor de ti, con una sonrisa que ningún pintor había conseguido pintar, y mientras te acercabas pude comprobarlo, habías dejado de ser una niña y te habías convertido en arte, en un arte que nadie había conseguido plasmar, los poetas no conocen palabras tan bonitas, los escultores no pueden esculpir lo no humano, los pintores no saben que colores existen bajo el mar, donde el océano intenta calmar su interior para no destruir los barcos de humo y papel que flotan sobre el, dándole la belleza al paisaje que podíamos observar desde la mesa de aquella cafetería. Es difícil que el mundo respete la fragilidad de las cosas pequeñas para ofrecernos esta postal, de este entorno cogidos por hilos finísimos de pescador en el que todo esta atado a todo y por todo, es difícil que todo se alineara para darnos su armonía, pero allí estaba esa armonía y allí estábamos tu y yo, atados por los hilos del abrazo del reencuentro, contemplando con cada latido de nuestro cuerpo como nos encontrábamos por dentro, en un fluir de emociones que levanto el ruido que hizo huir a la palomas de la plaza, habías cambiado por fuera, aunque todavía tus ojos fueran un mundo, o tu boca un deseo, o tu espalda el mejor lienzo, alguien me dijo alguna vez que el tiempo nos cambia a todos, pero a nosotros solo nos había cambiado por fuera, y a nosotros tan solo un poquito, tan poquito que en aquel silencio momentáneo en la eternidad no pareció siquiera importarnos, pero ¿como va importarnos algo que nos cambio a mejor, haciendo posible algo que parecía imposible...aunque fuera solo un poquito?. Tras el abrazo, tras el silencio, mientras nos sentábamos esperando que el camarero se acercara a pedir nota de nuestras promesas de sueños, una gitana se acerco a ti cogió tu mano y leyó en ella todas la historias del mundo, antes de acercarse a mi odio y decirme algo que yo ya sabia, dijo que eras magia, yo ya lo sabia, solo magia puede convertirse a cada día que pasaba en algo mas único y bonito. El camarero nos tomo nota, tu un café con leche, yo un cortado mas bien largo, y mientras nos servia, mientras dejaba unas tazas que bailaban sobre la mesa nosotros comenzamos a hablar y el café con el que te vi hablar antes de que el tiempo retrocediera decidió callar para oírnos...¿cuanto tiempo paso?...¿de que hablamos?...¿nos despedimos?...ojala este cuento pudiera dar respuesta a esas preguntas...pero los sueños tienen un asesino imparable, el sonido de un despertador o la mano de un familiar o amigo diciéndote...."llegas tarde". Fue extraño encontrarte en mis sueños de nuevo...pero me encanto que volvieras.
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