Cuando...
Publicado en Dec 11, 2012
Cuando las luces se encienden y la oscuridad se apodera de las miradas. Cuando los soles ruedan y se alejan hacia tierras desconocidas. Cuando las campanas llaman a entonar los cánticos escondidos. Cuando los árboles envejecen cubriendo los besos que nunca acaban. Cuando las mujeres se pasean desnudas brillando en las sombras y sonriendo a las estrellas. Cuando el alcohol se acumula en las venas llamándote a gritos como bestia hambrienta. Cuando las pinturas coloreen los rincones de los hogares tristes. Cuando el tiempo se detenga y el clima te queme. Cuando las risas estériles ardan en el Infierno. Cuando las montañas se conviertan en vientos y las nubes en ranas.
Quizás será entonces (solo quizás, solo entonces) que tus llagas se vuelvan azules, que la vida gire eternamente, que los cielos se abran y vuelen tus ojos, que tus manos giman buscando refugios, que los arbustos resecos se junten con el mar, que las serpientes que se arrastran bajo las rocas crezcan en alas, que la venganza sea buena, que las promesas caigan a tierra como caen las lágrimas en invierno, que tus huesos florezcan al quemarse como un cigarro. Y los hombres, las bestias; y la sal y la mostaza; las letrinas; las bestias que son hombres; las cofradías de mujeres tristes; tus ojos que son diamantes y los placeres de tu boca; las tormentas que se yerguen sobre los cementerios solitarios; todos los años que tiene el mundo; y los carruseles donde jugué cuando niño; y las escenas grotescas de los malos sueños; y los pies, y las manos, y los miembros cortados; las plumas de las aves que llueven en las guerras; y las voces internas que se escuchan desde lejos; y las bombas nucleares después de la resaca. Todo esto renacerá como un beso de despedida.
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