memorandum
Publicado en Dec 13, 2012
Empezó a usarlos como cualquier persona. Para acordarse de alguna tarea concreta. La cita del médico, la lista de la compra. Mañana es el cumple de la tía. Y los iba poniendo donde todos. En el frigorífico y por allí, por la cocina o la entrada. O la mesa del ordenador. Pero como los eventos de una vida se van sumando, y las cosas de las que hay que acordarse se van apilando..nuestras inseguridades se hacen más profundas y la soledad más densa, iba cada vez apuntando más y más cosas, en más y más sitios. Cuando la vida se vuelve un tanto inútil, porque ya pocos te reclaman, se necesita sentirse vivo. Tener cosas urgentes que hacer, que se acumulan, que exigen nuestro esfuerzo. Que nos justifiquen. Y con esfuerzo, lo iba apuntando todo. Con más detalle, con bolígrafos desteñidos, con información necia, sobre papeles rotos. Apuntaba por la mañana lo que iba a hacer por la tarde, apuntaba lo que ya había pasado, apuntaba aquello que iba a hacer otra gente. Agarrandose a la normalidad cuando aquello era cada vez más anormal. "Lunes, 16.30h, despertarse de la siesta". "Martes, 20.00h, ver la tele". "Jueves, 13.00h, respirar"."Viernes mañana. La vecina ha hecho la compra". Y en aquel mo ntón de papelillos y notas, que se iban acumulando, que ataba estrechamente y guardaba en sobres metidos en cajones, se iba condensando una vida ya inutil, viva sólo por y para sí misma, que na die necesitaba más que ella misma, donde se iba desdibujando aquella persona cuyos contornos siempre habían sido imprecisos y que cada vez más se íba diluyendo como hojas al viento.
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