Carrera contra el tiempo 2
Publicado en Dec 14, 2012
Una semana antes, ese domingo, el “team” se puso de acuerdo para darle los acabados mecánicos al modelo prototipo. El chasis fabricado con ángulos metálicos: bien. Frenos adaptados de una bicicleta: bien. Frenos auxiliares con catapulta y paracaídas: bien; en esto de la seguridad había que hacer un énfasis especial, ya que cualquier accidente involuntario del piloto, significaba dejar de visitar la casa de los popochos y por consiguiente, no volver a probar jamás los deliciosos platillos a que nos tenía acostumbrado la popocha y que disfrutábamos a la sombra del frondoso árbol de mango, sembrado desde siempre en el medio del patio de aquella acogedora casa y como fondo musical nunca faltaba el sonido inspirador de parradas, como lo era los pitos y los bajos del acordeón, la guacharaca y el golpeteo ronco y nostálgico de la caja.
Aerodinámica y resistencia al aire: bien. Sonido incorporado de un conjunto vallenato: bien. Piloto de pruebas preparado! Era casi tan gordo como Popocho, pero se hacía necesario no poner en peligro la integridad de nuestro piloto estrella. En consecuencia debíamos admitir que el carro estaba listo para sacarlo de la fábrica en su primer recorrido, el cual contrario a todo pronóstico se desplazaría a una velocidad escalofriante de veinte kilómetros por hora. Se abrió el portón que nos llevaba directo a la vía, la cual gozaba de una suave pendiente, pero para los efectos de comprobar la resistencia de las uniones con soldadura y efectividad de los frenos, era más que suficiente. Allí nos encontrábamos todos empujando el artefacto y en el medio del recorrido en el palco de los invitados, con mirada atenta, incluso un asesor de folklor importado y venido especialmente de la costa colombiana, población de Valledupar, corregimiento de Urumita. Este observaba con ojo clínico, que todos los detalles estuviesen en su sitio. En representación de Venezuela, de la hermosa región del Táchira, también estaba la gochita quien increíblemente se desprendía algunos segundos del celular para continuar de inmediato la eterna charla con la consentida de su casa. Hablaban unas cuarenta veces al día. Como invitada especial vino la novia del asesor de folklor, en un viaje directo sin escala, desde la nevera bogotana para cuidar de paso, que sus intereses estuviesen debidamente resguardados. En su agudo instinto, le había parecido pero no estaba segura del todo, ver una mirada golosa de una paisana sobre su más preciada posesión. Lo dramático fue cuando el invitado de Urumita por propia iniciativa, se acomodo como piloto del carrito y su novia venida del altiplano, comenzó a perseguirle casi al borde del pánico, en unos empinados tacones de quince centímetros gritando, Ayyyy papi cuidado, ayyyy papi!!!! Caracas, insolar, 11 de Mayo 2008.
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