Finalmente, el día “D” había llegado. Nos trasladamos desde la bella ciudad de Valencia, pero en esta oportunidad en una caravana que no era de camellos. La mañana había amanecido ligeramente lluviosa, pero las negociaciones con San Pedro, habían sido favorables, de manera que a media mañana en medio de un enjambre de público que se agolpaba a los lados del recorrido, un sol brillante prometía el desarrollo del evento en medio de una absoluta normalidad. Coincidencialmente, nos tocó al lado de un “team” casi tan maduros como nosotros, pero que con absoluta serenidad, lucían unos pañales para adultos que cubrían unos cuerpos nada atléticos y sin la más mínima huella de ejercicios, quizás algunos de codo para la ingesta de bebidas espirituosas. No en vano se llamaban “Los Bebe-Dores”.  Más tarde, cosa increíble, celebrarían el primer lugar en el podio. Se dio la alargada y uno a uno raudos y veloces los carritos fueron haciendo su recorrido. El “uepamovil” a diferencia de muchos, no se desarmó en el recorrido y el freno auxiliar de paracaídas funcionó perfecto. El único pequeño incidente fue después de la meta, donde el “popocho” quiso frenar de lujo para terminar con broche de oro y el carro acordeón, se deslizó de lado volcándose sin consecuencias, pero en ningún momento dejó de sonar la música vallenata para finalizar la misión ileso y con honores. Luego, todos los amigos nos reunimos en un almuerzo infinito, a “popocho” se le permitió por última vez comer en abundancia antes de iniciar una rigurosa dieta. Finalmente todos los amigos nos abrazamos, dimos la media vuelta, nos embarcamos en media docena de vehículos y nos fuimos con el sol, cuando moría la tarde…

Caracas, insolar, 18 De Mayo 2008.