PAOLA Y PAULINA
Publicado en Dec 14, 2012
PAOLA Y PAULINA
Paola y Paulina Aranguren eran dos hermosas gemelas de escasos cinco años de edad, aquella tarde calurosa de verano llegaban corriendo a su mansión ubicada en una exclusiva zona residencial de la ciudad de México. Estaban ansiosas por saludar a su padre y al padrino de ambas, quienes se encontraban reunidos en la biblioteca de la suntuosa casona. Los hombres eran socios de algunas de las más importantes empresas textiles del país; la amistad entre ellos se remontaba a sus infancias, se consolidó en un exilio compartido y se selló para siempre cuando los amigos desposaron a dos hermanas originarias del hermoso país donde tuvieron la oportunidad de rehacer sus vidas. Cuando las niñas se acercaban a la puerta de la biblioteca, ésta se encontraba cerrada y a través de la madera escucharon aquellos gritos airados de una discusión que parecía nunca iba a terminar. Detuvieron su carrera cuando sorprendidas oyeron por primera vez la voz iracunda de su padre proferir improperios en contra de su socio y amigo. Luego se escuchó el ruido de forcejeo, golpes y el ruido de muebles al caer; finalmente un alarido aterrador. Casi de inmediato la puerta de la biblioteca se abrió violentamente y su padrino salió a toda prisa sin tomar en cuenta la presencia de sus ahijadas, quienes de momento sólo atinaron a mirarlo encaminar sus pasos a hacia la salida de la mansión. Paulina fue la primera en reaccionar y corrió tras el hombre, -¡Padrino, padrino!- le gritaba. Paola mientras tanto, entraba a la habitación para ver con asombro el pecho de su padre atravesado por un sable que era parte del Escudo de Armas de la familia y que su progenitor mandó colocar en la biblioteca desde hacia muchos años. Ante el macabro espectáculo la niña empezó a gritar desesperadamente al tiempo que corría a abrazar el cuerpo ensangrentado de su padre. Los sirvientes y las esposas de los hombres que habían peleado a muerte también acudieron al sitio donde había ocurrido la tragedia; cuando llegaron encontraron a Paola mirando con los ojos bien abiertos un punto indefinido en donde se había detenido su razonamiento; con la boca cerrada apretaba con rabia los dientes queriendo borrar de inmediato aquella terrible imagen. De Paulina nadie se interesó, en medio del desorden, los gritos y llantos, ninguno de los presentes pensó en la otra niña; transcurrido algún tiempo, cuando fue imperando la calma, la madre encontró a la niña en su recamara, lloraba en silencio en posición fetal y cuando le preguntó qué tenía, la gemelita sólo atinó a decir que la habían asustado los gritos y el escándalo. Esa noche en el velatorio ni nunca más, las gemelas Aranguren hicieron mención de lo ocurrido aquella tarde de espanto. Trece años después las hermanas Paulina y Paola abandonaban el afamado instituto Suizo donde permanecieron internas desde la muerte de su padre hasta esa fecha en que cumplieron la mayoría de edad. Durante su estancia en aquel centro de estudios ambas se distinguieron por su inteligencia y buen comportamiento. Paola hizo de la práctica del deporte –la natación y la esgrima- el medio de desahogo para sus ansiedades y frustraciones; mientras su hermana tomó gusto por la escritura y la música. La madre de las muchachas Doña Josefina Jiménez y Alcázar había fallecido poco tiempo después del deceso del esposo. La mujer murió con la idea de que sus hijas nunca recordarían las terribles circunstancias en que perdió la vida su marido. En una complicidad criminal con su hermana y cuñado, les ocultó a las hermanas los pormenores del deceso del empresario. El amigo, socio y compadre, abusando de la confianza de Don Juan Carlos dispuso ilícitamente de gran parte de los activos de las empresas que mantuvieran en sociedad y que él administrara, esto llevó a la quiebra financiera a la mayor parte de aquéllas. El poder económico, el contubernio político y el encubrimiento consanguíneo permitieron al asesino burlar la justicia y posesionarse como ave de rapiña del resto de la gran riqueza de su victima. Aquel atardecer, las hermosas gemelas volvían a su país de origen del que fueron obligadas a partir cuando apenas tenían cinco años de edad, los demás involucrados sobrevivientes de la tragedia que motivó su ausencia pensaban que las hermanas no recordarían nada de aquel suceso. El chofer particular de su padrino, un hombre de mediana edad, educado y extremadamente cortés, las llevó del aeropuerto hasta la residencia del que fue socio de su padre y que ahora por voluntad póstuma de su madre era el albacea de la fortuna que aun conservaban. Al llegar, sus padrinos las recibieron con muestras de cariño. Paulina correspondía efusivamente a la calurosa bienvenida que les brindaban sus tíos; mientras que Paola al saludar a su padrino se estremeció cuando su lóbulo temporal registró un brevísimo impacto epiléptico. Después de los saludos, frases melosas, formalidades y arrumacos que se acostumbra en estos casos, las muchachas optaron por subir a sus habitaciones para bañarse, para luego bajar a cenar y ofrecer los obsequios que traían para sus padrinos. Después de un reconfortante baño y un breve descanso para quitarse la pesadez del viaje, las bellas gemelas buscaron a los dueños de la casa; la señora estaba en la cocina dando las últimas instrucciones para servir la cena, mientras el padrino leía en el jardín. Paulina se apresuró a ir a la cocina para entregarle a su tía aquella preciosa mantilla española que le traía de regalo; había surgido entre la tía y la muchacha una espontánea empatía. Paola por su parte, con calma fue en busca de su padrino para darle aquel objeto que afanosamente buscó de tienda en tienda donde se ofrecían objetos de artesanía oriental para coleccionistas, sabedora de la pasión de su tío por todo lo que proviniera de oriente. Paulina colocaba amorosamente sobre los hombros de su madrina la finísima prenda, mientras la dama con jovialidad y entre risas realizaba graciosos giros y poses de modelo, de pronto se escucharon voces que recriminaban airadamente, el alegato fue subiendo de intensidad y luego un grito ahogado que anunciaba fatalidad… Las mujeres corrieron hacia el jardín de donde provenía el escándalo, en el camino encontraron al chofer y otros sirvientes que acudían a ver que pasaba; cuando llegaron encontraron a Paola llorando en silencio y abrazando el cuerpo ensangrentado de su padrino, al hombre le brotaba la sangre a borbotones por las heridas que le causó el filo de un sable Muramasa, de los legendariamente “malditos” que le atravesaba el cuerpo. Al ver la dantesca escena Paulina sintió una descarga eléctrica en el cerebro como cuando se experimenta un fenómeno Deja vu; que ha decir de los expertos se trata de una anomalía neurológica que consiste en la experiencia de sentir que se ha visto o se ha experimentado previamente una situación que en el presente se está viviendo. Mientras que su gemela Paola, tercamente como trece años atrás le imponía a su memoria un trastorno psíquico llamado Jamais Vu, que consiste en que la persona sabe que lo que está presenciando ha ocurrido antes, pero hace la experiencia explícitamente ajena. ¡Al fin se consumaba la venganza!, las hermanas gemelas Paulina y Paola Aranguren engendraron ese oprobioso sentimiento en su infancia y lo fueron desarrollando durante toda su vida en una asociación patológica que las llevó de la ansiedad a la esquizofrenia y que en una de ellas se manifestaba creyendo haber visto en el pasado un asesinato como el que estaba viendo ahora; mientras que la otra hermana cautiva de una anomalía neurológica se negaba, a pesar de la evidencia, a reconocerse como una criminal.
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Battaglia
Excelente texto para mí. Nos llevas por los caminos del odio, el rencor, la venganza, la avaricia ... Me parece una escena en epocas del porfiriato, aunque no lo dices bien. Encuentro en él descritas las reacciones normales que una persona presenta después de un trauma, la imposibilidad emocional de la familia para saber manejar la situación, las consecuencias del rencor, las secuelas emocionales y psiquicas de ambas hermanas.....
Nadie está preparado para afrontar situiaciones tan difíciles como la que nos cuentas, aceptar que hemos sido lastimados, heridos o privados de la vida no es fácil y menos cuando el agresor ha sido alguien en quien teníamos puesta no solo la confianza sino tambien el cariño....... Esta violencia es más común de lo que creemos aun hoy en día.
Felicitaciones Kalu
kalutavon
LUMA54
Encantada de leerte, que bien esta tu relato
Felicitaciones
Cordial saludo un fuerte abrazo de amistad en estos días en que se acerca la Navidad.
Prosperidad y muchas sonrisas para ti.
kalutavon
antonia rico mendez
kalutavon