Melacola [Capitulo 3: Comienzo]
Publicado en Dec 17, 2012
Capitulo 3:
Comienzo. En el grupo A-1 solo habían 7 alumnos y un profesor, y la menor de todos era Mariana, con 16 años, quien le seguía era un chico que se identifico como James Martínez, quien era un rubio y bien parecido chico que llevaba unas gafas bastante estéticas, y tenía 2 años más que ella, después otro chico que se llamaba Manuel Cortes de cabellos negros y ojos cafés, de baja estatura y tez morena, el tenía 3 años más que Mariana, luego estaba Miranda Yánez tenía el cabello de un castaño casi rubio cayéndole en forma de pequeños resortes por los hombros y los ojos verdes esmeralda era bajita y un poco rellenita, pero si, tal vez con sobrepeso, un poco tímida y se ponía como demente si alguien la tocaba, y traía abrazado un osito de peluche, ella también era mayor por 3 años, William Menanser, o algo así era un chico de cabello castaño y con pecas en las mejillas, sus gafas bien puestas y nada estéticas, tenia acné en la barbilla, y su cuerpo no estaba estilizado, aseguraba haber sido dotado por Dios con inteligencia superior a todos los demás, el era mayor por 4 años, Mariana se puso una notita mental de no acercarse a el, por que había jurado que cualquiera que lo hubiese superado en el diagnostico, sería su enemigo natural, Alberto Wolf padecía de oftalmofobía que es el miedo a ser observado directamente, cosa irracional para Mariana, tenía el cabello tapándole los ojos, y la cara pálida, su cabello era negro, y era 5 años mayor, era más maduro de todos, por ultimo de la misma edad de Mariana estaba Kaled Michaels. Kaled se mostró sorprendido al ver que alguien tan pequeña era de la misma edad que el, por su parte Mariana demostró una agudeza grata de la inteligencia que gozaba, teniendo en cuenta los vicios y expresiones de cada uno de sus compañeros con solo verlos, y ponerse pequeñas notas mentales de cómo comportarse con cada uno de ellos. -La persona que tiene el mayor IQ de la escuela, oficialmente, esta aquí, por favor pasa.- La profesora Michegan era alta y con sobrepeso, pero parecía amable y buena enseñando, además de cuerda. Le estiro una mano a Mariana que estaba cerca de ella, y por efecto de la amabilidad, ella se levanto al instante, camino tranquilamente hacia el frente donde se encontraba la profesora, y se puso frente a sus compañeros, sus locos en insensatos compañeros. -Ella es Mariana Evans. Va a representar al grupo, junto con Kaled Michaels.- La profesora volteo a ver a Kaled que estaba complacido de escuchar, que ahora tendría una excusa para saber más de ella, y Mariana por su parte se veía en la situación de estrés por sentimientos encontrados.- ¿Vale?- La profesora la miro otra vez de sus pequeñas y delgadas gafas, y le sonrió. Mariana le sonrió. Al terminar la primer hora Kaled no salió del salón, tampoco salió en la tercera o la cuarta, y volvió a tiempo después del almuerzo. Se paso el día en el salón aprendiendo cosas que ya sabía, algunas las aprendió mejor, y otras no sabía que existían, observo a Mariana todo el día observándola, como prestaba atención, o al menos eso fingía, viéndola bien parecía igual de aburrida que el. Para el final del día, la profesora les pidió revisaran el reglamento y calendario, para orientar adecuadamente a sus compañeros. Kaled acerco una silla al pupitre de Mariana, sentándose a horcajadas en ella y con el respaldo en el pecho, se inclino sobre los papeles y observo el gran bulto, la observo detenidamente mientras veía como su cabello caía sobre las hojas de papel, poniendo el blanco y el negro en una proporción perfecta, el deseo de poder tocar un poco su cabello, apareció en el, inúndalo con el olor que podía llegarle gracias a la corriente de aire que venía desde detrás de Mariana, no podía entender el por que tanto interés en alguien tan insignificante, tenía preguntas en la cabeza que no podía comprender. -Y… entonces, Mari- Ella rió a lo bajo, y alzo los claros ojos para verlo, Kaled sintió un retortijón en el estomago cuando ella lo vio de esa manera.- ¿Ana?- Pregunto sin opción otra de cómo cortar el nombre de “Mariana” -Ria- Contesto con su suave y chillona voz. Perfecta para alguien tan pequeña e infantil, pero parecía que ella, no hablaba mucho. A Kaled se le inundaron los ojos cuando vio la imagen de Mariana atorándose el cabello detrás de una oreja y escribiendo, noto lo largas que eran sus pestañas, y que tenía un pequeño lunar casi a la altura de su ojo, entre su globo ocular y donde nacía cabello negro, la silueta simplemente era algo hermoso. -Ria, conozcámonos.- La boca hablo por impulso, pero eso nunca le había molestado, le gustaba decir lo que quería. Mariana pensó lo que implicaba la pregunta antes de responder. -Bien, ¿Qué quieres saber?- Mariana se puso sobres los papeles mirándolo a los ojos, inquiriendo en la pregunta que haría. -¿Qué te gusta hacer?- Fue lo primero que se le vino a la mente, no era su prioridad, pero sintió que tenía que avanzar lento. El sol se estaba ocultando tras el mar de la isla, y Mariana veía hacia fuera cuando se realizo la pregunta, ella veía con su mirada melancólica y solitaria. -Leer, libros de aventuras. Me gusta imaginarme a mi misma hiendo a mil y un lugares fuera de la sociedad, teniendo aventuras como los piratas, los futuristas, o las personas que no son ricas.- Ella sonrió por un instante y apretó los las manos convirtiéndolas en puño. Kaled, observo las cicatrices en sus muñecas y ella lo notó, no sabía que, pero algo le decía que podía confiar en aquel vándalo. Lo volvió a mirar con una sonrisa sincera.- Me gustaría sentir un poco de adrenalina de vez en cuando.- Sintió que podía llorar, pero ella no podía hacerlo desde hace mucho tiempo.- Y… ¿A ti que te gusta? Kale.- Kaled sintió que la tibieza volvía a su cara. Se sintió con ganas de ser atrevido con ella, de hacerla enfadar, y verle la cara, quería verla en toda faceta posible. -Me gusta el nombre de Mariana, y la niña que lleva ese nombre.- Sonrió arduamente, como sabía que a las chicas les gustaba, como respuesta a Mariana se le subió el rubor a la cabeza, y se quedo sin palabra alguna- ¿Puedo besarte?- Pregunto atrevidamente, pero ella no mostró más que un interés extremo en la pregunta, se llevo la mano al circón, lo apretó fuertemente y sonrió tímidamente. El sol se ocultaba tras el mar, llevándose cierto porcentaje de nubes del cielo, mientras ellos acercaban sus rostro el uno al otro y chocaban sus labios tiernamente en un momento mágico, profundo, y largo en el que ambos estaban felices de la misma vida, y sus corazones latía como el corazón de un feto, tan rápido y tan fuerte que pudieron haber tenido un paro cardiaco, siendo así un beso que comenzó una relación amorosa entre ambos. En otra parte, no muy lejos del salón del grupo A-1, algunas chicas se reunían en el salón del grupo E-4, estaban en un circulo rodeando a su líder, Gretchen Galloway, era alta, refinada y bien parecida, de una familia poderosa, pero de menor rango que la de nuestra protagonista, su cabello era de un pelirrojo intenso que caía en pequeñas ondas hasta su delgada cintura, era alta y tenía el busto de un grande exagerado, se rumoraba operado, la nariz la tenía pequeña y delgada y su semblante era marcado como el de una escultura griega, por esto mismo ella era un símbolo sexual para muchos de los chicos asistentes a la misma escuela y había tenido varios encuentros sexuales con Kaled, ella era presidenta del club de fans del susodicho, y todas estaban locamente enamoradas de él, pero al enterarse del altercado en frente del 3er dormitorio femenino, la reunión de un club de fans, se convirtió en la reunión de un club de celosas fans, en lo personal su narradora, recomendaría alejarse lo más posible de ellas, por que una mujer celosa es demasiado peligrosa, y ahora que son 9, es mucho peor. Mientras las celosas fans de Kaled, planeaban barbaridades que hacerle a Mariana, para molestarla y persuadirla de alejarse de “el amor de sus vidas”, nuestros protagonistas tomaban sus manos después del mágico momento que hacia tan poco había pasado. Kaled, nunca había visto algo más hermoso que el rostro de Mariana después de ser besada, no creyó, poder ver al más hermoso en toda su vida, y su corazón aun latía fuertemente mientras tomaba la mano de su amada en un intento bruto de acercar sus cuerpos aun más, y de compartir el calor de estos, ella estaba más roja que de costumbre, y por un momento se olvido de su amiga la soledad y se apego al recuerdo de el momento, aunque sabía muy bien que tendría que dejarlo ir, aunque así no lo quisiera, y eso era lo más triste del asunto, que ella tendría que dejarlo ir, así como el. Y aun más que le hacia estar segura de que el no solo estaba jugando con ella, que es lo que le hacia pensar, que ella sería la única a la que le había dicho eso, acaso no era algo apresurado el que el de repente la viese y decidiese hacerla su novia, Mariana tenía demasiadas dudas, dudas que no podría disipar ni aun con la más grande reflexión ni con la tanta inteligencia que poseyese, y lo sabía, le constaba, y aun sabiendo eso, no podía evitar sentirse enamorada, y pensó, “y si, solo por esta vez me arriesgo, y dejo de pensar en las posibilidades que habrá que el me engañe o me deje destrozada” “y si le doy una oportunidad” con esto en mente no tuvo más alternativa que dejarse llevar, saber por una vez en la vida, que era ser temerario, y la puerta de la adrenalina se le abría junto con el chico perforado y tatuado que tenía frente a ella, y decidió intentarlo. -¿Me podrías enseñar lo que es vivir como tu?- Pregunto con la mirada en las manos entrelazadas que estaban sobre el papeleo que tendían que estar haciendo. No se suponía que este sentimiento lo haría reindicarse, en lugar de apegarlo más a la adrenalina, entonces esa chica tímida, inteligente y refinada, le estaba pidiendo que le enseñara su mundo, pero el temió que ella lo odiara si veía lo suficiente, pero esa mirada y en esos momentos el no podría decirle “no”, ni de chiste y se sentía por primera vez vulnerable ante la situación, esa chica lo hacía blando y desastre, ¿Qué dirían sus lacayos de la banda? Si lo vieran así como estaba… después de reflexionarlo, llego a la conclusión de que no dirían nada, por que el no lo permitiría no dejaría que ella se viese ingresada en problemas, y la mejor manera de hacerlo era dejando claras las cosas, hacer un contrato, como decía su padre, especificar el asunto coherentemente, y proporcionar beneficios para ambos lados. Tomo una de las hojas de la mesa, y escribió un fácil contrato. Con la unión labial de Mariana Evans y Kaled Michaels, se concreta este contrato, en el que se afirma que tu Mariana Evans, no dejaras que nadie te toque, y no le mostraras a nadie esa mirada más que a mi, en pago por ello, yo Kaled Michaels, prometo protegerte y amarte todo lo que mis sentimientos lo permitan, además de mostrarte la vida llena de adrenalina que llevo que no te obligare a disfrutar. ¿Aceptan las condiciones? Lo mostró a su ahora novia, y ella alzo una ceja. -¿Juegas?- Pregunto incrédula de lo que veía. -No, si yo te fallo, puedes sacarme de tu vida, y terminar el contrato, y yo aceptare eso.-Le explico rápidamente y ansioso de que ella firmara. Hizo un gesto, lo leyó son solo una mirada. -Bien, ¿Dónde firmo?- Pregunto soltando la mano de Kaled para poder usar su mano derecha, el se mostró decepcionado ante ello y tomo nuevamente su mano, tomo la pluma y le hizo un pequeño piquete a Mariana, ella no mostró dolor alguno. Lo puso sobre la hoja y una gotita de sangre se marco en el papel, después el hizo lo mismo con el suyo y marco la misma gotita, después se miraron el uno al otro y el tomo el rostro de Mariana en sus grandes manos, ella reacciono al frío que proporcionaban estas, y el atrajo su cabeza para poder besarla. Se sonrieron el uno al otro, pero un extraño estaba escuchando aquella conversación desde la puerta cerrada. Mariana caminaba sobre el borde de la banqueta de la calle que iba hacia su dormitorio, mientras Kaled le sostenía la mano, y evitaba que ella cayera, se veía tan bien con su uniforme. Este estaba conformado, por una falda color negro o gris como la persona prefiriera, calcetas o mayones negros o blancos, zapatos de tacón o piso negros, una camisa de cuello, de manga larga o corta de color negro o blanco, con corbata de moño o normal, el chaleco era opcional, al igual que el color de este, lo que no variaba era la gabardina color negro o blanco, entre el uniforme femenino y el masculino solo variaban la falda y el pantalón, además de las calcetas. El uniforme que Mariana prefería era el de caleta blancas, falda negra y camisa negra con un chaleco color crema y la corbata roja normal, y así de perfecta caminaba junto a Kaled. Él por su parte era excéntrico usando el uniforme, llevaba la corbata roja normal demasiado floja, y la gabardina sin planchar y mal utilizada con la playera negra sin los botones de arriba y mostrando las cadenas cayendo desde el cuello, su pantalón negro estaba demasiado abajo, y mostraba parte de su bóxer, no llevaba zapatos, si no un par de converse negros y estilo bota. -Entonces me enseñaras tu mundo?- Pregunto Mariana aun viendo el mar que se pintaba de violeta, era extraño que ella no sintiera melancolía al ver el mar. -¿Por qué te interesa tanto? “mi mundo”- Kaled tenía el rostro lleno de una extraña y profunda curiosidad, ante el tono de la voz de Mariana. Ella volteo la cara para verlo, y se detuvo secamente, el un paso después, lo hizo. -Toda mi vida he soñado vivir esas historias de aventuras. Pienso que esta es mi oportunidad. Creo que tu eres como un pirata!-Ella rió por primera vez, para el y a esto Kaled respondió con casi invisible rubor, y una sonrisa burlona. -¿Un pirata?-Pregunto volteando su rostro hacia su semblante sonriente. Ella avanzo otra vez. -SI! Como el pirata que es un rebelde sin causa, y va por allí buscándose pelea, emborrachándose y peleando audazmente.- Sonrió. Y el volteo a ver el camino. -Así que… te gusto por que soy un borracho!-Rió estridente ante la ironía, de verse así mismo como lo describía Mariana, como un pirata. -Si…-Mariana balbuceó antes de decir algo que podría terminar mal- Básicamente- Sonrió impaciente por una respuesta de él. Por su parte Kaled, rió estridente ante la cara que ella mostraba. He hizo un desliz con la mano, movimiento que se originaba en su muñeca, haciendo subir y bajar su mano, la cual tenía el dedo índice levantado, se movía rítmicamente. -Por eso me gustas.- Kaled rió demasiado sincero y ella lo acompaño en aquella alegría. Mariana se sentía de una manera extraña, de alguna forma se había olvidado de la soledad por toda una tarde, y al pensar nuevamente en aquel roce del cuerpo, era tan patéticamente superficial, sintió que lo que decían los libros, sobre los besos, era bobo y superfluo, de ninguna manera podría explicar una sensación tan cálida y acogedora de la que seguramente nunca se olvidaría, pero, realmente tendría que dejar ir aquel sentimiento, se llevo la mano libre que tenía, al pecho, tomo el circón en su mano y abucheo a la injusticia, de los pasos que aunque fueran cortos, tarde o temprano tendría que llegar a su dormitorio, siempre tenía que ser así, y ella tenía que aceptar o sobrellevar aquella realidad. Y así era, allí estaba su dormitorio, y eso la hizo entristecer, sentir de mejor forma aquella frialdad de la mano de aquel que había hecho un contrato con ella. No habían dicho mucho durante todo el camino a excepción de la pequeña platica que habían tenido, todo lo demás se habían dedicado a pensar en sus manos juntas entrelazadas, y aquello no había sido incomodidad para ellos, si no más bien una prudencia de ambas partes, lo que pensaban era algo que solo ellos podían tener en el pecho y lo que sentían lo compartían a través de un superfluo intento de acercar sus cuerpos, Kaled trataba de suprimir sus hormonas, diciéndoles que no, sintiendo ansias y comiéndoselas, no sabía por que demonios ella era tan importante como para que su propio cuerpo se resistiera al sexo, no lo entendía ni lo sabía, solamente creía que era lo mejor, por que a pesar de todo ella no era una puta como todas las demás, mientras Mariana trataba de asimilar la separación. Cuando llegaron a la puerta del dormitorio, las cabezas se asomaban a la calle y los pasantes alentaban el ritmo de sus pasos. -Me voy.-Se puso enfrente de ella, y pensó en los rojos labios de Mariana, y del sabor tan dulce que proporcionaron hacia apenas unos momentos. Pero suprimió sus deseos por que sabía que si la besaba, iba a querer más que solo sus labios. Antes de irse y sin dejar que ella hablara más que el “ve con bien” beso su frente y soltó la calida mano que llevaba sujeta.
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