Los dos mejores poemas de amor y desamor que conozco
Publicado en Dec 18, 2012
¿Cómo ser romántico sin ser azucarado? Ser dulce sin sutilezas, decir que amas sin que pierda fuerza el verbo. La preocupación eterna de expresar los sentimientos de forma original o diferente es algo que nos pega a todos no importa qué tan distinto te sientas, si estás enamorado sin duda querrás que el motivo de tu afecto se entere de lo que te provoca. Esa hora de la verdad en la que te decides a escribir o incluso elegir un poema de amor te pone frente a un dilema hay tanta variedad pero también tantos lugares comunes. A mi modo de ver un poema de amor tiene que ser esencialmente eso; un sentimiento continuo, puro sin bordes ni aristas y sin ser malintencionado estar lleno de dobles intenciones. Aquí les dejo un poema de Xavier Vallaurritia que reúne todas esas características además de ser muy hermoso. AMOR CONDUSSE NOI AD UNA MORTE Amar es una angustia, una pregunta, una suspensa y luminosa duda; es un querer saber todo lo tuyo y a la vez un temor de al fin saberlo. Amar es reconstruir, cuando te alejas, tus pasos, tus silencios, tus palabras, y pretender seguir tu pensamiento cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas. Amar es una cólera secreta, una helada y diabólica soberbia. Amar es no dormir cuando en mi lecho sueñas entre mis brazos que te ciñen, y odiar el sueño en que, bajo tu frente, acaso en otros brazos te abandonas. Amar es escuchar sobre tu pecho, hasta colmar la oreja codiciosa, el rumor de tu sangre y la marea de tu respiración acompasada. Amar es absorber tu joven savia y juntar nuestras bocas en un cauce hasta que de la brisa de tu aliento se impregnen para siempre mis entrañas. Amar es una envidia verde y muda, una sutil y lúcida avaricia. Amar es provocar el dulce instante en que tu piel busca mi piel despierta; saciar a un tiempo la avidez nocturna y morir otra vez la misma muerte provisional, desgarradora, oscura. Amar es una sed, la de la llaga que arde sin consumirse ni cerrarse, y el hambre de una boca atormentada que pide más y más y no se sacia. Amar es una insólita lujuria y una gula voraz, siempre desierta. Pero amar es también cerrar los ojos, dejar que el sueño invada nuestro cuerpo como un río de olvido y de tinieblas, y navegar sin rumbo, a la deriva: porque amar es, al fin, una indolencia. Xavier Villaurrutia es uno de los escritores mexicanos más importantes, nacido en el año de 1903 en la Ciudad de México formó parte del grupo de los Contemporáneos junto con Jaime Torres Bodet y Salvador Novo de los que además era amigo. Fue becado por la fundación Rockefeller en 1935 para estudiar un año de arte dramático en la Universidad de Yale. Versátil y creativo, su obra recorre la dramaturgia, la poesía y la narrativa con toda naturalidad. Existen planteamientos que aseguran que hay una conexión ineludible entre sufrimiento y creatividad, en el mundo de la literatura eso parece ocurrir con bastante frecuencia (yo misma me confieso redactando mis mejores líneas bajo tormentos emocionales) quizá por esa razón los poemas de desamor tienen un aguijón más puntiagudo. ¿Acaso existe alguien que haya llegado a su vida adulta con el corazón intacto y sin pena romántica que ensombreciera su expresión una que otra tarde? Bueno si alguien así es real me atrevo a decir, a riesgo de parecer desatinada, que ha sido algo desafortunado, quizá le resulte un poco más difícil entender aquello de la lágrima fácil cuando se escucha una de amor y contra ellos/as y por supuesto hallará ridículo conferirle a otro ser humano el sentido de su vida, ya de emborracharse por las mismas causas ni hablamos. Y para ir trascendiendo el rata de dos patas y él me estás oyendo inútil he aquí el poema de desamor más deslumbrante que he leído, de la autoría de Pablo Neruda. LA CANCIÓN DESESPERADA Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy. El río anuda al mar su lamento obstinado. Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado!. Sobre mi corazón llueven frías corolas. Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos! En ti se acumularon las guerras y los vuelos. De ti alzaron las alas los pájaros del canto. Todo te lo tragaste, como la lejanía. Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio! En la infancia de niebla mi alma alada y herida. Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio! Era la alegre hora del asalto y el beso. La hora del estupor que ardía como un faro. Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego, turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio! Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo. Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio! Hice retroceder la muralla de sombra, anduve más allá del deseo y del acto. Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí, a ti esta hora húmeda, evoco y hago canto. Como un vaso albergaste la infinita ternura, y el infinito olvido te trizó como a un vaso. Era la negra, negra soledad de las islas, y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos. Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta. Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro. Ah mujer, no sé como pudiste contenerme en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos! Mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido. Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas, aún los racimos arden picoteados de pájaros. Oh la boca mordida, oh los besados miembros, oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos. Y la ternura, leve como el agua y la harina. Y la palabra apenas comenzada en los labios. Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! Oh, sentina de escombros, en ti todo caía, qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron! De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste. De pie como un marino en la proa de un barco. Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes. Oh sentina de escombros, pozo abierto y amago. Pálido buzo ciego, desventurado hondero, descubridor perdido, ¡todo en ti fue naufragio! Es la hora de partir, la dura y fría hora que la noche sujeta a todo horario. El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa. Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros. Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Ah más allá de todo. Ah más allá de todo. Es la hora de partir. ¡Oh abandonado! Pablo Neruda gran poeta latinoamericano nacido en Parral Chile en 1904, político y activista destacado, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1971. Me sorprendió saber que el libro donde está incluido este poema fue escrito por él a los ¡19 años! “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” por alguna razón sólo este último tiene título, si se trata de especular supondré que es porque de algún modo perverso los malos amores siempre resultan lo más buenos e inolvidables en consecuencia. Y ya para cerrar apuesto por la bipolaridad del amor en este poema de mi autoría. NECE(SI)DAD No importa cuán maduro me haya vuelto No importa el exceso de canas en mis sienes No importan ni el tiempo ni la distancia añeja de tu ausencia en mi presencia y tu presencia en otra historia Da igual que de mi te acuerdes. Tú sigues siendo en mi vida. Sigues siendo como un gato silencioso Que me mira de reojo furtivamente Sigues siendo un enigma que se reveló tardío Y al fin misterio que permanece Porque nunca mezclaste tu sangre con la mía. Egoísta. Mujer insana, perversa corruptora Te seguí como un lobo atormentado por la luna Anduve cada una de tus huellas, anhelante Era un loco angustiado, disfrazado de genio Un amante cualquiera carente de lecho. Mendigo Transité entre las ruinas de la vida Junte saliva para darte mi aliento Nada fue suficiente, ni en un despecho ni en una noche tardía de borrachera quisiste fundirte entre mis huesos. Desde entonces Han pasado mil excesos por mis días Tuve los mejores vinos, las mejores viandas Estuve en todas las orgias Fui dueño y señor de divas virginales Hasta que un día Me mire en el fondo de otros ojos Tome correctamente el tranvía Me llevó a casa, tuve propósito Tuve una vida Tengo una vida. … No importa cuán maduro me haya vuelto En algún rincón del alma inhabitado Como el hueco en un cajón lleno de cosas Como el fragmento intacto de una ventana rota Tú sigues siendo en vida.
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