EL AGUA DE CEILAN
Publicado en Dec 18, 2012
EL AGUA DE CEILAN
Con alguna frecuencia, en una estigmatización que data de años y que se acentúa cada cierto tiempo, es factible escuchar como nuestra querida Génova, la del extremo sur del Quindío es identificada como la cuna de personajes de no grata recordación en el campo violento del país, tales los casos de Pedro Antonio Marín y José Alfredo Garavito Cubillos, quienes han llenado interminables folios judiciales e informativos con su accionar al margen de la ley. Pero para ser consecuentes con la realidad, es bueno advertir que la maldad incubada en estos tristemente célebres personajes, no tiene nada que ver con el que hayan nacido en la sureña parcela quindiana. Es necesario entonces ahondar un poco en el periplo de los referidos para encontrar algunas similitudes, y poder en aras de una defensa –así sea traída de los cabellos- de la tierra de los afectos, decir que la causa más próxima de la ya confesa irracionalidad de Marín y Garavito está dada por el agua de Ceilán, un corregimiento de Tuluá en el corazón del Valle del Cauca. Y que ojala, los nativos de esa tierra no se ofusquen con esta mención, pero es que los hechos así lo están demostrando. Las similitudes de los dos antisociales son claras como el agua e irrefutables por quienes conocen un poco de la historia de sus andanzas nada positivas para la región o para el país. Si bien es cierto que los registros primarios de los individuos que nos atañen están en el despacho parroquial de la Iglesia San José, donde cuando eran imberbes y descubiertos de maldad recibieron las aguas bautismales, también es muy cierto que años más tarde, cuando la pubertad los envolvía se bañaron con las aguas de Ceilán, y eso ya está probado. Marín, después de dejar la escuela en la tierra natal corrió en busca de fortuna hacia la región central del Valle, todavía sin los asomos de maldad que más tarde lo harían famoso, allí desempeñó variados oficios, complementándolos, como es apenas obvio con el baño surgido de las aguas que surten la población. Por su parte, Garavito, en condición similar a la de su paisano Marín, también, todavía libre de culpa, se fue hacia esa zona del país, utilizando para su desgracia, el agua de los mismos surtidores que años atrás ya habían cambiado la piel de Marín. Después de esos tortuosos meses o años, en la tierra del azúcar, cada uno en diferentes épocas, volvió a la tierra natal, pero como dirían las abuelas, a su regreso ya tenían “el diablo adentro”, y convencido estoy que ello no tiene otro origen que la propia agua de Ceilán, que de seguro lava las buenas intenciones. No hay que olvidar que por igual por allá en ocasiones también pasaba el reconocido “cóndor” Lozano, quien se solazó en la construcción de un pasado tenebroso. Para nadie es desconocido el accionar violento de más de medio siglo propiciado por Marín desde las montañas de Colombia, en una historia real que todavía no encuentra fin, y por igual es sabido como Garavito en su deambular por diversas regiones del país y del exterior, dejó una verdadera estela de sangre con el sacrificio y violación de un alto número de menores, que cayeron en sus sádicas garras. Entonces, rehaciendo ese camino de dolor que estos individuos han trazado en el historial delictivo de Colombia, habrá que decir que en honor a la verdad, el pecado no es que hayan nacido en Génova, la maldad les nació cuando utilizaron el agua de Ceilán, sin hacer caso del adagio popular: “de esa agua no beberé”. FRACEBAL. Génova Quindío, diciembre de 2012
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