- Te tengo que decir lo pienso, ¿no?
- Esa es la idea conversar.
- Bueno…Te digo que tu franqueza es buena. No quiero ser un crítico; esa no es la idea. Empiezo a buscar palabras que te puedan servir de consejo en un momento como este. Trato de encontrar alguna frase para, no sé, decirte que eres muy melodramático en este tipo de situación.
- ¿A qué te refieres?
- Que eres muy trágico con lo que está sucediendo. Te clavas el puñal de la obra de teatro de una manera sobreactuada para la escena. Eres como un Indiana Jones, tratando de encontrar algo de una manera torpe un tesoro que tú crees perdido.
- Te acepto lo “Indiana”. Lo de sobreactuado tal vez puedas tener algo de razón, pues la inventiva trabaja sin cesar cuando se está enamorado, sobre todo si te crees escritor o poeta…
- Perdona la interrupción. En este tiempo solo has pensado en ti; ella parece una excusa para usar como estandarte de tus ideales, nada más que eso. ¿Acaso te importa el tiempo que ella debe esperar? ¿También no estará llena de dudas, tratando de superar estos ideales con algún tinte de realidad? Tú no eres el único que escribe. Te recuerdo que también escribe tanto como tú. Como dicen, un libro no ha sido leído por una sola persona.
- Puede que me haya equivocado en hablar contigo.
- ¿Y a quién más le ibas a contar?
- A nadie.
- Así ninguna persona te hubiera podido criticar.
- ¿No que lo tuyo era un consejo y no una crítica?
- A veces los consejos terminan siendo eso sin intención alguna.
- En eso terminaste tú.
- Tú terminaste criticando mi consejo, que se tornó en crítica
- ¿Ya acabaste?.. Tienes razón.