El ajo de mi madre
Publicado en Dec 22, 2012
-Hace tiempo ya no veía la cara de doña Eugenia, de aquí a donde está su lavadero, nada mas veía borroso como una sombra pero sus ojos, su nariz, su boca, su cara pues, ya no la veía bien; y me asuste; entonces pensé: -¿será que vaya yo a quedar ciega?, ¡ay dios mío!, -entonces que me acuerdo que un día que iba en el carro con una muchacha; no sé que me salpico en el ojo, -una gota del veneno de una araña,- pensé, porque la vi ahí- y me empezó a arder, entonces mi amiga me dijo: -tállate un ajo y veras como se te quita- y cuando llegue a la casa pues que lo hago. Así tantito talle la puntita del ajo en la orilla de mi ojo que lo tenía rojo, y cada que me comía, yo me tallaba el ajo, ¡y pues sí!, se me fue quitando la comezón y lo rojo del ojo, -eso sí, ardía pero me hacia bien. Entonces dije: -ah, voy hacer eso del ajo, me acorde de eso pues, y me empecé a echar el ajo en los ojos, pues ya veía borroso y así, así lo hice varias veces, hasta que se me fue limpiando, y poco a poco se me empezó a quitar eso que tenía en mi vista, - y mira, ya nunca más volví a ver borroso, jaja jajaja. Por eso digo que el ajo es bueno pues,- ¡a ver abre tu ojo y veras como te curas!-.
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Guille Capece
sencillo y sensible escrito; felicitaciones
Guillermo