El dolor de tu adis. Fragmento 3. Por Estrelliita Fugaz.
Publicado en Dec 27, 2012
Un rayo me apartó de mis recuerdos y miré hacia enfrente. Me quedé helada cuándo lo vi: era él.
Tenía miedo a acercarme. Mi corazón no quería ser destrozado en más pedacitos... le bastaba con saber que ese chico nunca más lo amaría. ¿Y sí me decía que ni amigos podríamos ser? Sentí una mano en mi hombro y por instinto volteé lanzando un golpe en la cara a mi agresor. Me arrepentí enseguida de haber hecho eso. Damián se encontraba incado agarrandose la cara con las dos manos, al parecer para hacer menos intenso el dolor. -¿Qué crees que haces Lizbeth? ¿Quieres matarme ya que terminé contigo?- Preguntó entre dientes. -No... no... no era mi intención amo... Damián- Me corregí a tiempo, antes de pronunciar esa palabra que con él ya me había acostumbrado a usar. -¿Entonces?- Se levantó del piso y se pusó enfrente de mí. Un rayo iluminó su cara: Sus dos manos se encontraban apretando su mejilla derecha. Sus ojos color avellana me miraban con duda. De repente quitó su mano izquierda de donde la tenía y me acarició dulcemente mi mejilla- Liz... sabes que no fue mi intención. Una lagrima traicionera recorrió mi mejilla. Ahí estaba una vez más, con sus palabras prometedoras, haciendome sentir que él simplemente era la víctima de sus sentimientos de indecisión. -Aunque no lo fuera, rompiste mi corazón- Susurré. -Para empezar, ¿Por que me golpeaste?- Preguntó cambiando de tema de conversación bruscamente, quitando su mano sin previo aviso de mi mejilla. -Pues.. ¿Qué esperabas? ¡Me asustaste! por cierto... ¿Cómo llegaste tan rápido aquí? Me miró perplejo y empecé a dudar... ¿No era Damián la sombra que había visto momentos antes? -¿De qué hablas Lizbeth? Volteé rápidamente hacia donde vi la sombra, pero no había nada. Pusé mi pie izquierdo sobre el otro para entrar un poco en calor, la lluvia golpeaba el piso salpicando hacia todos lados y los charcos no me ayudaban mucho. -Es qué tú estabas ahí- Señale el lugar donde lo había creído ver antes. -Lizbeth... no era yo... ¿Y tus zapatos?- Preguntó, noté en su voz un toque de preocupación. Agaché la cabeza de nuevo recordando la discusión con mi madre. Él se acercó a mí, y miré sus labios carnosos que tanto amaba besar. -¿Qué haces Damián?- Pregunté, pero sin retirarme de ese lugar- Tú mismo has dicho que esto acab...- y, entonces, sin previo aviso... me calló con un beso. Continuará... Por Estrelliita Fugaz.
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