Catedral
Publicado en Dec 28, 2012
El aroma a esmalte la reanima un poco, es lo único bueno de pintarse las uñas dejando de lado el aspecto estético. Ve la hora de la laptop, una y media de la mañana. Se revuelve el largo y lacio cabello rojo que posee como corona y suspira. Está cansada y fastidiada, no sabe que escribir y tiene menos de seis horas para mandar un cuento, o la revista no le pagará sus trescientos pesos por éste.
Se estira, sintiendo como le truena toda la espalda. Levanta un poco la vista y ve el cuadro de la catedral de la ciudad que su madre colocó hace unos pocos días. Se molesta, le recuerda lo devota que es su madre y lo incómodo que es tenerlo que soportar. Se levanta y sale, va por café, ¿Qué más? De regreso, mientras sube las escaleras se detiene en el espejo que hay en el transcurso de estas. Está horrible, el cabello alborotado, los ojos rojos y el labial negro corrido por ningún lado. Ya de nuevo, frente a la laptop, con la hoja en blanco no sabe qué escribir. De nuevo ve el cuadro y se sorprende. La puerta de la catedral está abierta. Piensa por un momento, según recuerda antes esto no era así. Se acerca a observarlo bien, ahora, parece más vivo. Hay más personas en él pintado, pero no se distinguen bien; y la puerta está abierta…su dedo toca la puerta del cuadro...bueno, piensa, quizá es el cansancio. Voltea buscando su silla y se sobresalta. Está dentro de la catedral. No puede ser, esto no es real, es el cansancio, piensa. Cierra los ojos y respira profundo. Al abrirlos lo ve…el interior de la catedral, igual de oscura que la real. Está muy nerviosa, extremadamente preocupada, no sabe qué pasa. Voltea a todos lados, no hay nadie, hay poca luz, y ahora, la puerta está cerrada. Empieza a correr, buscando, ¿Pero qué?, ni ella lo sabe, sólo algo, algo que le dé una respuesta. Escucha las campanas, busca las escaleras, que la llevan hasta ellas, pensando que puede encontrar a alguien. Al llegar…nadie; y las campanas, tan quietas como si sólo fueran de un cuadro. Empieza a bajar las escaleras y se percata de diferentes cuadros a lo largo del camino. Horribles cuadros, mujeres llorando, juntas, desnudas, encadenadas y llenas de llagas. En otro se ve lo que parece ser un monje, y éste, se mueve. Da vueltas sobre sí mismo, agitando las manos, como suplicando al cielo. De reojo ve el cuadro de las mujeres, se escuchan las cadenas, y ellas, parece que intentan acercarse. Baja corriendo, pasa cuadros y cuadros, de los cuales escucha lamentos, llantos, risas. Uno de los cuadros la atrae de sobremanera. Es espantoso pero aún así se acerca…algo que parece un hombre, extremamente delgado, calvo, desnudo, sin miembro masculino, sin ojos, sólo las cavidades de estos; quizá sea un eunuco piensa, le habla…algo dice. Se acerca y cuando está por contemplarlo, la criatura se estampa al borde del marco y se mueve con espeluznantes lamentos, gritando. Todos los cuadros comienzan a gritar. Cientos de gritos la aturden. Corre lo más rápido que puede, hasta llegar al altar. Escucha más lamentos. Voltea sobre su hombro y ve a otra criatura, un hombre, con sólo la parte superior de su cuerpo, se arrastra con sus manos y parece que le dice algo. Grita, está aterrorizada, corre hasta la puerta, la intenta abrir pero nada, llora inconsolablemente, y jala con todas sus fuerzas de la puerta pero nada pasa. Escucha pasos y voltea, dos niños, sin ojos, sin lengua, con la boca abierta y pegados uno con el otro, cosidos de sus brazos. Buscando evitar esta horrible imagen voltea a otro lado, pero lo que ve es grotesco de igual manera. Una mujer desnuda en silla de ruedas, pero con 4 brazos, cosidos de igual manera a ella y por piernas, otros dos brazos; lo peor, una cabeza de ave, una horrible cabeza de buitre. Se cubre su rostro con las manos mientras llora, se recarga en la puerta. Escucha, y no sólo su llanto, una voz, alguien cantando. Levanta la vista, y, quitando las horribles criaturas que habitan el lugar, y que más que interesadas en ella, sólo deambulan, lo ve. Otra criatura, alta, vestida en seda, al parecer hermafrodita, con rasgos femeninos y masculinos, cantando, como si nada. Canta cómo con lamento, pero con igual empeño: “He's the only human friend that I ever had, I know that you must surely think me mad, but he's the most human friend that I ever had ... I know it must seem to you like the strangest thing to say…” Piensa, que quizá sólo eso podría ser su salvación, sea lo que sea. Demuestra raciocinio, algo que los demás no. Agarrando valor para hablar con eso, coloca una mano en el suelo para apoyarse, entonces siente un relieve, y baja la vista. Otro cuadro…le parece muy familiar…!es su cuarto! Con su laptop, sus dos camas individuales, sus libros y…alguien, en su silla…esta persona, que ella sí lo es, ¡completamente normal! Levante la vista y la ve. -Gracias por mi libertad, le dice. -¡No!, grita ella, sácame de aquí, le dice, mientas golpea desesperadamente el relieve de su cuarto. -Yo también lo voy a extrañar, dice la criatura alta cubierta de seda, mientras la observa a ella golpear y llorar. Y empieza a cantar: “He's the only human friend that I ever had…”[i] [i] Por: J.R.R.Falcón
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henry
Roberto Rodrguez Falcn
Saludos.