Maldita sea la droga que
introduces en tu cuerpo,
esa que te roba la razón
y te quita el entendimiento.
 
Que te pone altanera,
violenta y a la
autodefensiva hasta
con esas personas
que por ti darían su
vida.
 
Años de cariño
depositados en ti, hoy
lo que duele es que
me pagues así.
 
Que locura fue esa tan
desgarradora la que
te atreviste a hacer, tanto
que cuando volvió la
cordura no te pudiste
defender.
 
Sé que no fuiste tú,
que fue esa sustancia,
sin embargo, pese a ello
la realidad golpea
punzante y agresiva
como quien te apuñala
con una cuchilla.
 
Fuiste alguien hermoso
tan solo hasta ayer, ya
que en la madrugada esa
belleza perdió el ser.
 
Maldita sea esa droga que
te puso contra mí
como quien deja olvidado
algo por ahí sin valor
ni significado,
como quien tira del caballo
o arrea el ganado,
como quien aprieta el gatillo
de prisa y sin pausa,
o quien defiende solo sus intereses
y el beneficio de los sacrificios
de otros que aumente este.
 
Fuiste una niña ahora eres mujer,
mejor hubiera sido que nunca
hubieras crecido.
 
No puedo hacer que cambien las
circunstancias y tú no puedes
hacer que cambie a tu favor la
inclinación de la balanza.
 
Quisiera que esa adicción no
te hubiese atrapado porque sé
que aunque te recuperes no
podrás cambiar lo malo.
 
Simple y sencillamente,
el daño está hecho:
contigo misma,
con mi persona y
hacía con los demás…
“el agua que se derrama
no se vuelve a recoger”