Muchas veces, al estar impávido y frustrado ante la pérdida de tiempo que significa una sala de espera, vuelven a la memoria, los más recónditos recuerdos y es muy posible que estos retornen por las asociaciones de las ideas más extrañas. Hoy recuerdo como si fuera ayer, cuando junto a mis dos amigos y compañeros de facultad, soñábamos despiertos sobre las realizaciones en nuestra venidera y organizada vida. Casi tres décadas después y cuando se han marchitado la mayoría de los sueños unos cumplidos y la mayoría no, al leer una revista de farándula sobre los triunfos de la talentosa cantante barranquillera, vuelve a mi memoria uno de los mejores catedráticos con quien pudimos estudiar: le llamaban “El ganso”. Quizás debía su apodo a su espigada figura, un poco encorvada en la espalda y para quien el tiempo tenía una capital importancia. Con solo cinco minutos de retraso, si los estudiantes no entraban al aula, daba una rápida mirada a su exacto reloj y salía disparado desplazándose a grandes zancadas por los pasillos de la universidad posiblemente a otro compromiso. Debido a mucho estudio e infinitos trasnochos, ese semestre se entregó un buen proyecto, pero lo más desconcertante fue que al siguiente, al pasar raudo y veloz como siempre, impulsado por las grandes zancadas al lado nuestro, “El ganso” se detuvo dos minutos en nuestra mesa para preguntar cómo iban nuetras cosas, cortesía rara vez vista en el ocupado catedrático. Todos los estudiantes que observaron el hecho se quedaron atónitos, nadie podía creerlo, ni siquiera nosotros. En ese momento tampoco sabíamos, que su sobrina, se convertiría muchos años después, en una de las cantantes más famosas del mundo…

Caracas, insolar, Mayo 22 de 2007.