La reunin
Publicado en Dec 30, 2012
Como siempre el dilema: no sé si decir que en la cafetería de la facultad, las mesas estaban medio llenas o medio vacías, de todos modos la mañana había amanecido fría. Una tenue llovizna, salpicaba los techos, salpicaba las aceras y de alguna manera, salpicaba mi alma. Siempre sucedía lo mismo, cuando el cielo se encapotaba, sin querer me llenaba de sentimientos nostálgicos, quizás debido al hecho de haber nacido en una ciudad costera donde el sol se desparramaba como una verdolaga casi siempre y al medio día, el calor hacía que uno se derritiera en medio del bochorno. Era por ejemplo contradictorio almorzar una sopa, porque uno mismo se convertía en una, en lluvia de sudor que caía donde uno se encontrara, sobre la mesa, sobre la silla, empapaba la camisa y si uno se descuidaba, corría como río por las calles: Que calor tan persistente! El estar ubicado en toda la esquina de la confluencia entre el mar Caribe y el río Magdalena, le daba a la ciudad esa humedad agobiante que solo se calmaba por las tardes cuando soplaba la brisa fresca que venía del mar y levantaba los pequeños remolinos de arena. Esa era la arenosa, donde el empuje de la modernidad y el progreso, había derrumbado los frondoso árboles de almendro, plantados allí desde sus inicios, para darle paso a las calles y aceras pavimentadas de concreto, incrementando la temperatura en más de dos grados y quitando para siempre, el lugar de la siesta de los perros callejeros. El estar allí sentado en medio de un rumor indescifrable de conversaciones infinitas, me trasladaba en un segundo en el tiempo, treinta años atrás, cuando al igual que estos muchachos de risa fácil, con su cargamento de ilusiones a cuestas, soñábamos despiertos con proyectos fantásticos de casas en el aire, como la que le hizo Rafael Escalona a su hija Luz. Con una hora de retraso llegó mi colega, tomamos el primero y último café que me empañó los lentes y luego de averiguar algunas cosas, cada uno siguió por su lado con sus propias prisas y sus propios pensamientos con la promesa formal de vernos en otra ocasión, lo cual casi con certeza, nunca se daría…
Caracas, Diciembre 2007.
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