Simba
Publicado en Jan 02, 2013
Han pasado quizá unos 18 años desde que nos hicimos amigos. Pero ahora, el pobre ha caído en un relativo abandono. Todos los ven pero nadie, ni yo mismo, le prestan atención. Está ahí, sobre unos pequeños bancos de madera, esperando a los pies de la escalera.
Ayer, mientras pasaba el rato chateando, me percato, al salir de mi cuarto, lo solo que estaba. Tranquilo, con la sonata de la lluvia como compañía y con el polvo de la soledad sobre él. Lo agarró, y lo dirijo a mi cuarto. Sobre mi cama, a un lado del buró que tiene el libro que estoy leyendo en curso, junto con mi botella de tequila de año nuevo y mi caja de condones. Así pasa la noche. Suena el timbre por la mañana. Voy y abro la puerta. Ella llega. Entramos al cuarto y disfrutamos unos buenos momentos juntos. Muy buenos para ésta mañana fría y lluviosa. Me pregunta: ¿y ese peluche? Es mi amigo le digo, yo lo amaba cuando tenía unos cuatro o cinco años. Así que el escritor y político mujeriego que tengo por amigo tiene sentimientos más allá de una mujer eh, me dice y ríe. No lo dejaba en paz al pobre e iba con él a todos lados. Por eso lo metí, digo es mío, le contesto a ella. Qué bueno, nada más la próxima vez hay que ponerle una venda en los ojos al pobrecito, todo lo que vio, me dice. Transcurrido un tiempo y ya que ella no está, mientras me visto lo veo y le digo: Bienvenido de nuevo a casa amigo, cuidas mis libros. Cierro mi cuarto y salgo.[i] [i] Por: J.R.R.Falcón
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araciel olea salas
Roberto Rodrguez Falcn
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