El nuevo año apenas despunta y la gente visualiza el porvenir desde las respectivas posiciones personales. Unos tienen más razones que otros para practicar el optimismo. Pero todos buscan en el horizonte aquello que consideran positivo. La dinámica de la sociedad marca el mismo ritmo de siempre, aunque todos proyectan iniciativas para apuntalar, redimensionar o seguir construyendo los pilares y la trayectoria de la vida. Mirar hacia adelante es la respuesta simple y sencilla frente a cualquier interrogante que se plantee sobre el futuro del país. No hay espacio para abrir las puertas a las sombras de la incertidumbre. Trabajar y luchar es la fórmula para enfrentar los retos del nuevo año. Siempre habrá que buscar en el amanecer la luz que disipe las dudas en cualquier noche tormentosa. El ser humano está dotado de talento, entusiasmo, convicción y mucha fuerza de voluntad para hacer frente a las dificultades. Así es como se tiempla y fortalece la musculatura de la sociedad. Así es como se engrandece el espíritu colectivo de la nación.
          Para iniciar el año hay que mirar siempre hacia adelante, aprovisionarse de una buena ración de optimismo y abrir el corazón a los gritos de la esperanza. Esto es válido en todos los planos y órdenes de la vida: individual, familiar o comunitario. En ninguna circunstancia se puede renunciar a la esperanza. A través de ella se alientan e impulsan las acciones humanas destinadas a tener éxito. Como alguna vez escribiera el periodista yaracuyano Arístides Bastidas, la vida es un compromiso ético y la única recompensa que nos ofrece es cumplir sus metas. He ahí el mejor combustible para mover y disparar los resortes de las iniciativas humanas. La sociedad reclama el cumplimiento de ciertos objetivos colectivos y los ciudadanos están llamados a contribuir de la mejor manera en la construcción de ese proyecto. Tal vez haya diferencias de enfoque por las preferencias políticas de cada quien. Pero nadie es ajeno a la tarea de fijar el rumbo y sumar las fuerzas de la creatividad, de acuerdo con las circunstancias del momento.
          ¿Qué se puede hacer frente a las circunstancias del presente y del futuro? La respuesta siempre será la misma: trabajar y luchar para cumplir las metas. Estas pueden ser individuales o colectivas. Pero, en todos los casos, siempre habrá que encender los motores de la pasión creadora, para hacer que llegue y se cristalice en la realidad el proyecto forjado en la mente humana. El camino está lleno de dificultades. Pero la fuerza de voluntad tiene suficientes ímpetus para derrumbar obstáculos y despejar el horizonte. Frente a circunstancias difíciles, no hay que perder la fe, ni dejarse derrotar por la incertidumbre, sino levantar la cara y marchar con paso firme hacia el futuro, construyendo con nuevos bríos el edificio de la esperanza. El desasosiego no puede fijar las reglas del juego en una sociedad destinada a la grandeza. Es importante iniciar el nuevo año con grandes dosis de optimismo y esperanza, convencidos de que triunfará la vida y el horizonte se llenará de amaneceres luminosos. Feliz año para todos los lectores.