Qu se siente ser la otra?
Publicado en Jan 06, 2013
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 —¿Qué se siente ser la otra?
La mujer con expresión gatuna escupió esas palabras a la chica que se encontraba delante de mí en la fila para pagar el servicio de cable. La joven no tenía más de veinticinco años mientras que la señora sobrepasaba los cuarenta. Alrededor el ambiente se tensó al punto que podía escucharse el cuchicheo que este tipo de situaciones tan incómodas provocan en la gente morbosa que a decir verdad éramos prácticamente todos los ahí presentes. Después de la pregunta lanzada a bocajarro vinieron un par de bofetadas y finalmente la intervencion del guardia de seguridad para cesar la lucha entre las dos mujeres que se jaloneaban los cabellos y se escupían maldiciones a granel.
—Gata mugrosa de barrio bajo, no eres más que una arribista que se revuelca con un ruco inservible.
—Pues será inservible con usted vieja aguada pero yo todavía hago que se le pare.
Ese intercambio de insultos francamente me dio mucha risa pero fue un buen tópico que sirvió en la sobremesa de una reunión con amistades, así que de forma sutil conduje al tema y sondeé, como es mi costumbre, a todas mis amigas para que confesaran si alguna vez se vieron envueltas en una situación parecida.
Marijo, la enfermera, quien por cierto no se llama así ni es enfermera me contó que a sus veinte años anduvo con un doctor  de treinta y tres por supuesto casado y que cada encuentro con él era una aventura emocionante, que sentía hervir el estómago durante la hora y media que duraba su trayecto en tren para encontrarse con él en un hotel de las periferias luego ya en el cuarto le parecía estar suspendida en una burbuja de tiempo donde el deleite de su cuerpo era un dulce amargo que la atormentaba, al final del día llegaba a su casa sintiendo una mezcla de triunfo y vergüenza que le ponía roja la cara cuando sentía la mirada de su madre cayéndole encima como plomo. Finalmente la relación concluyó cuando la esposa del doctor en cuestión la llamó por telefóno para exigirle que dejara en paz a su marido o le cortaría la cara con el filo de sus tacones de aguja.
Bárbara ahora casada mujer seria y ejemplo de responsabilidad dice que durante diez años fue la amante del padre de su mejor amiga. “La primera vez que estuve con él –explica- fue toda una revelación, descubrí que había nacido para el sexo porque eso fue lo que más tuve a su lado, nunca nadie sospechó que el carro que estacionaba a dos cuadras de mi casa no era el de mi novio calenturiento sino el de mi amante que además fue como mi padre y tiempo despues un gran amigo del que guardo el mejor recuerdo de mi vida, eso se terminó porque dio lo que tenía que dar, luego él se hizo viejo y yo conocí al que ahora es mi esposo”.
Bárbara asegura que jamás sintió culpa por haber sido la otra si acaso una ligera angustia por miedo a un posible embarazo.
Erika es una mujer de cuarenta de una belleza deslumbrante, nunca se ha casado ni tiene hijos, hace poco salía con un hombre diez años menor casado y padre de tres hijas y con una esposa de veintidós. Al describir su aventura su cara se ilumina más que la de mis otras amigas y narra vívidamente sus encuentros; viajes largos en carreteras desiertas algunos fines de semana para buscar algo de privacía y luego pasar las noches en hoteles pequeños y discretos amando un cuerpo juvenil y un rostro de hermosos e influyentes rasgos árabes, perdiéndose en la anchura de sus hombros y aspirando el sudor delicioso y excitante de su espalda, metiendo su dedo meñique en los pliegues detrás de sus rodillas, terminando esos encuentros en medio de un éxtasis lleno de lágrimas. Y después de cada encuentro sentirse miserable y llorar hasta el amanecer. Dos lágrimas redondas se desprenden de sus ojos cuando nos confiesa que tuvo que fabricar la distancia entre ellos porque el peso de la culpa la estaba sofocando sobre todo cuando se dio cuenta que ella empezaba a ser más importante que nada en la vida de él.
Mi amiga apuró su caballito de tequila, se alisó su precioso y rubio pelo y haciendo un largo suspiro concluyó la conversación presionando mi hombro. Luego dijo con su voz ronca de locutora:
—Ser la otra era el motivo por el que me despertaba sobresaltada cada mañana pero también la misma razón por la que me levantaba de la cama con ganas de vivir.
 
 
 
 
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Foto del autor Laura Vegocco
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Descripción

Palabras Clave: Infidelidad desamor deseo decepcin amante romance amor sentimiento

Categoría: Artculos

Subcategoría: Comentarios & Opiniones



Comentarios (5)add comment
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Silvia Cardoso

Tienes una buena historia que engancha y mantiene expectante para conocer más de la historia muy bien descrita. Y por otro lado, posees una refinada y meditada técnica mediante la cual, me atrevería a decir, manipulas el desarrollo de la historia, a los personajes (incluyendo al narrador), la fina línea que separa la realidad de la ficción e incluso al propio lector.

Realmente me gusto, felicidades.
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January 09, 2013
 

LIBARDO BERNAL R.

Interesante y bien llevado escrito en toda su extension; donde dejas plasmado tu expreiencia que no es de unos cuantos años; te felicito; estas pisando duro amiga; recuerda; no te detengas; sigue escribiendo; gracias por compartirlo Laura; un honor conocer tu obra.
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January 06, 2013
 

Laura V. Gmez

Agradezco profundamente tu comentario, además de halagador me motiva a seguir escribiendo y compartiendo mis textos con esta amable comunidad. Saludos.
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January 08, 2013

Jos de la Cruz Garca Mora

Bueno, intresante el tema y magistral la forma de presentarlo. Felicitaciones.
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January 06, 2013
 

Laura V. Gmez

Muchas gracias por tomarte el tiempo en comentar el texto y por la amabilidad de tus palabras, es muy gratificante encontrar lectores afines a mis escritos. Saludos.
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January 08, 2013

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