JAIME Y EL ORDENADOR
Publicado en Jan 11, 2013
JAIME Y EL ORDENADOR
Estamos en el siglo XXI. Las cosas caminan muy deprisa, es la era de los videojuegos, el móvil, los ordenadores y por supuesto de Internet. Jaime es uno de los niños de este siglo. Está muy al día pero también le chifla jugar al valón, tocar la batería, corretear con su perro y jugar con su hermana al ajedrez. Pero de un tiempo a esta parte está muy intrigado con el mundo le los ordenadores. Como es de suponer su papá lo tiene, es prodigioso, lo sabe todo, baja música, películas, se puede escribir, incluso corrige las faltas de ortografía, es prodigioso lo sabe todo, lo tiene fascinado, Jaime no acierta a comprender como puede ver a su prima y hablar con ella si esta en el extranjero. Sin embargo lo que más le gusta es mandar mensajes por el correo electrónico y jugar a la tremenda variedad de juegos que contiene el dichoso ordenador. Es problema es que su padre no les deja ni a él ni a su hermana entrar en la red. Papá ha dicho: No es bueno para vosotros, primero tenéis que crecer y formaros esto puede ser muy peligroso. -¿Por qué papá? Si a todos mis, amigos les dejan sus papás? -Si pero tus amigos no son hijos míos, si lo fuesen tampoco los dejaría. Jaime guarda silencio, sabe que las ordenes de Papá hay que cumplirlas a rajatabla, al menos así se ha hecho hasta ahora. Hasta ahora por que Jaime está dispuesto a entrar en Internet como sea. El sabe que papá marca una contraseña y se ha propuesto expiarle ¡Entrará en Internet como sea! Su padre como todos los padres no siempre esta en casa y Jaime piensa: -Cuando se valla a trabajar aprovecharé la ocasión. Claro que hay un problema, su padre marca tan rápido la contraseña que es incapaz de pillarla. Él cada vez que su papá se pone al ordenador Jaime está detrás de él. Al papá del niño le gusta que sus hijos tengan inquietudes, eso es bueno a si es que el día del cumpleaños de Jaime papá y mamá le regalaron algo que venia en una caja muy grande. Dentro re que hay un ordenador, no cave en si de gozo. Después de instalarlo papá le enseña a manejarlo. _Es maravilloso papá. Ahora podré tener una contraseña para mi solo. -No, no te hace falta, la contraseña es solo para entrar en Internet. Una losa cae sobre las ilusiones del niño. Lo ha comprendido enseguida, tiene ordenador pero no tiene Internet. Piensa Pues valla una cosa para eso… Su ordenador tiene juegos y puede hacer montones de cosas pero ninguna le interesa, lo que él quería era mandar mensajes a sus amigos ver películas y todas esas cosas que le cuentan sus amigos. Los días pasan y Jaime ni siquiera quiere encender el ordenador, no le interesa para nada. Sus padres se han dado cuenta pero prefieren que sea él el que decida cuando usarlo. Cierto día por la tarde Jaime hace los deberes del colegio, la verdad es que no tiene ninguna gana de estudiar. Mira la pantalla de su ordenador sin ninguna expresión y piensa: -Si me dejarán entrar en la red seguro que hasta tendría más ganas de estudiar. Hoy su amigo José le contó que había encontrado un amigo nuevo en Internet y se lo pasó bomba. Sigue espiando a su padre por ver si logra pillar la contraseña pero no lo consigue ni a tiros. Distraído observa la pantalla sin vida. De pronto un punto blanco aparece en la pantalla del ordenador. Abre bien los ojos. ¡El punto crece! No puede ser, el ordenador está apagado. Pero sí el punto crece y crece hasta formar una rayita que su vez también crece y crece hasta formar una espiral que sigue llenar creciendo hasta llenar la pantalla, empieza a girar con calma y luego mas deprisa. ¡La pantalla se mueve! Da la impresión de ser de gelatina. Javier tiene la tentación de tocarla, acerca el índice con mucho cuidado. No se atreve le da mucho miedo. A pesar de todo sigue queriendo tocar aquella pantalla que ya le está poniendo nervioso. Lo intenta de nuevo. Esta vez si llega, ¡Es verdad la pantalla se ha vuelto de gelatina. -No puede ser – se dice- probaré otra vez. Ahora lo intenta de nuevo pero con más fuerza, el dedo se hunde totalmente en la pantalla, pero entonces la espiral empieza a girar y girar, tan rápido que Jaime no logra sacar el dedo y su cuerpo entero gira a la misma velocidad al tiempo que nota con espanto que la pantalla lo está absorbiendo. Intenta llamar a sus padres pero nadie le oye y sigue girando y girando a una velocidad vertiginosa. Cuando ya piensa que aquella locura no terminará nunca se para de repente. Está mareado, al principio todo le da vueltas pero poco a poco se calma. Intenta mirar a su alrededor. Entonces comienza a ver cosas rarísimas. La música suena por todas por todas partes, miles de voces en idiomas distintos se escuchan por todos los lados y letras muchas letras, también números y un sinfín de cosas más se mueven de acá para Allá. También hay contraseñas, millones y millones de ellas. Entonces comprende, la espiral lo ha introducido en la red. Primero se asusta, luego se dice: Tranquilo ¿No es eso lo que querías? ¡Ni siquiera he necesitado la clave. Ríe de la proeza realizada. De pronto alguien quiere jugar con él al ajedrez. Estupendo- se dice,- este al menos no será tan plasta como mi hermana. Comienza la partida con el desconocido. Todo va bien, está ganando la partida, pero cuando tiene el jaque mate preparado su amigo José le envía un mensaje y le pide que le conteste rápido. A Jaime le hace mucha ilusión deja la partida y se dispone a contestar a su amigo. Se ha fijado en algo que anda por allí y que le parece muy familiar. ¡Pero si son las fotos de papá! En efecto hay una foto de él y su hermana en la piscina. Un poco más allá pasan como centellas infinidad de películas, páginas y páginas y paginas escritas. ¡Pero que cosa más fea! ¿Qué será eso? A su derecha hay algo horrible. Debe de ser el virus ese que dice papá, - piensa seguro que ese es el que lo estropea todo. Le sigue dando miedo y se estremece ¡Que feo es Dios mío! Mas allá juegos y más juegos. Alguien vende cosas y otros compran, otros se citan, también hay programas de televisión y todas esas series que sus padres no le dejan ver. Lo mira todo con avidez es decir todo lo que le da tiempo a ver pues las imágenes se suceden tan rápidas que casi lo marean. Pero sin lugar a dudas lo que mas le gusta es mandar mensajes y ver películas, también juega con un montón de amigos a toda clase de juegos. En ese momento alguien pide que mire hacia adelante, está pasando un juego nuevo, no lo conoce pero su amigo desde su ordenador quiere jugar con él. Jaime tiene hambre y por si fuera poco delante de sus narices se pasea una receta de croquetas de pollo. ¡Dios mío que hambre tengo! ¿Cuánto tiempo llevaré aquí? No tiene ni idea. José le vuelve a llamar y el del ajedrez exige que termine la partida. ¡Ya voy, ya voy! ¡Mecachis en la mar! ¡Por hay anda una información de Fernando Alonso! ¡Esos que esperen! La lee y se entera que ha quedado primero ¡Estupendo! ¡Hay Dios pero si esa es la contraseña de papá, estupendo la apuntaré y así cuando vuelva podré entrar en su ordenador. ¡Mi prima la mandaré un mensaje, espera la contestación cuando otro usuario le manda un mensaje a él, pero él quiere comunicarse con su prima y cada vez tiene más hambre, también quiere ir al baño, por si fuese poco el jaleo que se trae el del ajedrez se pone nervioso y pesado, Jaime ya no quiere jugar con él pero sabe que no lo dejara en paz así es que acaba la partida y se lo quita del medio. También contesta a su prima y José sigue dando la lata. ¡Pero bueno esto es un infierno! ¡Yo quiero salir de aquí! No puede moverse, algo tira de su pantalón, es su perro intenta sacarlo de allí, el animal tiene tanta hambre como él. Tira y tira y por fin logra sacarlo del ordenador. El perro está lamiendo su mano y lo despierta. Jaime está sudando y la espalda le sigue doliendo. En la frente el teclado del ordenador le ha dejado marcadas unas cuantas teclas. Jaime se estira todo lo que puede, luego mira a la pantalla del ordenador, sigue siendo negra, pero él juraría que en el centro sigue habiendo un puntito blanco. Por si acaso no lo tocará, no está muy seguro de que todo haya sido un sueño, se levanta y se va. Ahora piensa que es mas divertido jugar al balón y tener tiempo para comer, jugar y poder ir al baño cuando le apetezca. _Creo que papá tenia razón, lo de Internet debe de ser para los mayores. A partir de ese día Jaime usó su ordenador, pero jamás volvió a expiar a su padre, ya no le interesaba para nada Internet, era un royo a pesar de lo que dijeran sus amigos, él prefería el balón, la batería y jugar con su perro. A. Rico
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antonia rico mendez
Jos de la Cruz Garca Mora