Arriba de la risa, arriba del estruendo,
arriba de las constelaciones de por sí dilatadas.
Se dibujan las postrimeras imágenes de mundos
que constituyen vórtices, melodías y sueños.
Entre planetas veo viejos mundos paganos
que arrojan los puñados de sílabas al cielo.
Encima del abismo, arracimado en cúmulos,
se mueven las galaxias en incendios de inciensos.
Hay un páramo seco, constelar, primitivo
que permite los pasos de las conjugaciones.
Hay sitios extraños que corroen a la luz
y la llevan a estar de cuclillas o a horcajadas.
Saturno me ha mirado con extensas pupilas
que atontan mis sentidos al borde de lo necio.
Como mil continentes levantados del agua
veo a la noche arder en insólito deslumbre.
Mi copa se carga de amores y acuarelas
a la vez que desmembran tus senos cenicientos.
Hay un sudario sucio que baja desde el yermo
y te cubre ese rostro que es reflejo del mío.
En los vitrales quiere reflejarse el segundo
y quedarse en las órbitas de tu pelo naranja.
Todo te configura obra de creaciones
desde que te tendiste encima de mi cama.