La estética postumista.
Publicado en Jan 14, 2013
La estética postumista.
El signo poético postumista esta relacionado con las preocupaciones dominicanas y los problemas que asume el poeta al tratar de expresar esta vivencia. Hay entre los postumisas una preocupación por las innovaciones métricas. Los postumistas se unen en la búsqueda de una expresión, que rompa con las limitaciones del colonialismo mental, existente en las producciones poéticas de la época. El postumismo no pone límites, su falta de exigencia es uno de las fallas que más se le ha criticado. Existe una diferencia entre el vanguardismo que surge en Hispanoamérica y El postumismo. El vanguardismo, es una actitud del pensamiento, mientras que el postumismo es un estado del espíritu. Es inconcebible pensar, que una poesía brote de la nada y tampoco la poesía postumista lo hace, a pesar de lo que señalan algunos críticos. Por otro lado, es importante señalar que la lírica dominicana postumista no se enriquece con las renovaciones técnicas que ofrecen sus contemporáneos. Los poetas dominicanos, se mantienen al margen de los acontecimientos mundiales. Los postumistas están inmersos en sus vivencias, en lo que conocen, al pasado caduco en 1920 de la poesía. Al cerrarse las posibilidades ajenas a su mundo, El Postumismo cae, en el provincialismo evidente y en detalles significativos como la falta de ortografía en la escritura de nombres clásicos como el de Shakespeare, y Goethe. No obstante sus fallos, el Postumismo ofrece criterios vigentes en la poesía contemporánea universal. La poesía Postumista se nutre de una variedad de dominicanismos, regionalismos y elementos del habla popular. En la poesía postumista se instala la realidad dominicana, que aparece con toda la sencillez de su lenguaje, con el color de sus frutos y con la peculiaridad de su vivencia. El mundo poético postumista, se caracteriza, por la fusión de lo material y lo espiritual. El poeta postumista se ve obligado a integrar la esencia sublime, a la vez que humilde, de la vivencia dominicana a los artefactos verbales. El poeta postumista se enfrenta ante los valores heredados de la poesía europea. Este enfrentamiento se manifiesta, muchas veces en la adaptación de tópicos y preocupaciones universales a la realidad dominicana. En el poema postumista el poeta plasma las preocupaciones dominicanas y trata de expresar esta vivencia. Veamos un poema de Moreno Jiménez: Viacrucis Charcos de agua mugrienta. Sahumerios de incienso para ahuyentar los malos espíritus Palmas y sol. Vírgenes Por rubor de la vida. Escolares carudos. La dueña del ventorrillo mima sus piñonates. El marido en el patio rasca el filo a la leña. Si te haces sacarrona los guineos se te pudren. Una vecina sale a yantar. El cielo anuncia que va a llover Tengo alas Y parece que no las tengo. Nuestra primera impresión es que estamos ante la presencia de un cuadro cotidiano tropical, sin embargo, una primera lectura nos presenta una incompatibilidad entre el título y el texto. El título, nos remite a una preocupación religiosa. Durante la semana santa se práctica el Viacrucis de Cristo. De primera intensión uno pensaría que el poema trata de preocupaciones metafísicas. Sin embargo el primer verso nos indica otro tipo de preocupación: “Charcos de agua mugrienta.” Luego nos recrea con un cuadro típico de lo cotidiano, los piñonates, esos dulces de coco y batata que son parte de la dominicanidad y del trópico, los guineos, la preocupación tranquila del diario vivir. Al final del poema el hablante se expresa diciendo que tiene alas y parece que no las tiene. El poema se abre y se cierra señalando algo más allá de lo que aparece en el. Podrían considerarse Los charcos de agua mugrienta es la aceptación de aguas estancadas, mugrientas. Los charcos son manifestaciones de la vida, del camino, del Viacrucis que deben llevar los pobres para ganarse la vida. La fusión del mundo material y el mundo espiritual encuentra otra variante en los sahumerios de incienso para ahuyentar los malos espíritus donde se presenta de nuevo el tema de lo religioso. El humo recalca el contexto religioso junto al Viacrucis. El poema continúa y sigue desarrollando el paradigma de la vida de los humildes. Los guineos que se te pudren pueden obligar a que se viva en un charco mugriento. Piñonate, ventorrillo, guineos, también son elementos de esa realidad dominicana humilde. Viacrucis, es el mundo del poeta que sufre un verdadero viacrucis porque sabe que su poesía no se reconoce como tal (tengo alas y parece que no las tengo). Los estudiantes carudos, se nos manifiestan como la variante de un poeta que debe soportar la crítica de los académicos que sin saberlo se atreven a expresar sus opiniones. El poeta ve el futuro bastante turbio recordemos las aguas mugrientas, por eso el cielo anuncia que va a llover Otro poema de Moreno Jiménez es La ceiba de mi barrio o el sincretismo dominicano. Moreno Jiménez se propone poblar los bosques, la poesía dominicana con los frutos de su tierra. La ceiba se convierte en material poético. La ceiba de mi barro La ceiba centenaria que da sombra a las plantas, Que da rocío a los niños; Que pone su halo de espera sobre los caminantes; Es buena, fuerte, mansa; Por su actitud es virgen, Por su experiencia anciana. Nadie que a su pie llega se aleja, defraudado. Es el alivio y la recordación de la comarca. El poeta establece el lexema “ceiba” como parte del léxico poético postumista. El árbol es el símbolo de las tradiciones de la esencia de ese pueblo. A un nivel mimético el poeta le rinde culto a este elemento de la naturaleza que parece persistir a través de los años. Eternamente joven, eternamente sabio. Los independientes La década de los treinta marca un momento de angustia para la humanidad. Es una década que nace con la bancarrota económica mundial y concluye en la segunda guerra mundial. Se viven momentos terribles. Es la época de las grandes dictaduras, de los terribles campos de concentración y de la invención de la bomba atómica. Santo Domingos sufre sus propios momentos amargos con la destrucción de la ciudad debido al ciclón de San Zenón. La destrucción de la ciudad por el ciclón, inaugura también el comienzo de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, quien se instaura en el poder por un periodo que durará treinta y un años. En medio de toda esta destrucción y accidentes políticos, estos jóvenes intelectuales dominicanos se encuentran perdidos ante el mundo que les ofrece poco. Buscan en sus raíces la respuesta y la inspiración espiritual que necesitan. Los escritores de este momento se caracterizan por un deseo de libertad de expresión individual y autóctona. En este grupo se distinguen tres grandes poetas importantes que corresponden a este momento. Héctor Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral y Tomás Hernández Franco. En la ciudad de La Vega, en el interior del país, se forma un grupo de jóvenes poetas que pretenden dejar su marca en la historia literaria dominicana. Los nuevos siguen los preceptos postumistas a lo que se agrega un enorme deseo de originalidad. Los nuevos no tienen una estética definida más allá de una insistencia en una noción bastante vaga de la originalidad. Sin embargo este grupo no logra desarrollar sus aspiraciones pues, a raíz de la publicación del poema Proletario, de Suro, se ve forzado a cesar sus reuniones. El poema de Suro ofendió las autoridades, era una profecía de un futuro comunista para el obrero latinoamericano. Según Manuel Rueda y Lupo Hernández: ”la labor poética de Suro resulto seriamente afectada con la desintegración del grupo, silenciándose una voz que pudo haber llenado un papel importante. Antología panorámica. (443) Héctor Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral y Tomás Hernández Franco son considerados los tres grandes poetas independientes de la década de los treinta en la literatura dominicana. Estos autores comparten la creencia de que su poesía se debe nutrir de los valores y las preocupaciones nacionales. Héctor Incháustegui Cabral en su primer poemario, Poemas de una sola angustia que publica en 1940, nos presenta un signo poético que se caracteriza por su inestabilidad. Es un signo que ofrece información para inmediatamente cancelarla. Su poesía refleja una gran carga de angustia y futilidad. En su poema Canto triste a la patria bien amada, Incháustegui Cabral se enfrenta a la realidad verdadera: la ruina en que se encuentra la patria. Este poema desmitifica la creencia de que en los pasados monumentos podemos ver el futuro prospero y glorioso. De la patria. Manuel de Cabral se enfrenta también ante los mitos establecidos en la sociedad. Su signo, no obstante, “señorito educado afuera“ despliega toda la riqueza de la tradición y de las rupturas contemporáneas a la vez que se viste con los colores y se recrea en el olor, a una tierra auténticamente dominicana. Señala Mónica Mansour que la poesía de Cabral inclusive aquella que trata la música, la sensualidad, la danza no está escrita en imágenes o estructura popular; su poesía es culta, las imágenes rebuscadas, no para asombrar sino para herir en lo más profundo de la conciencia y el sentimiento. Compadre Mon, de Manuel de Cabral como veremos se convierte en icono del deseo del artista dominicano para crear un personaje épico netamente dominicano. En Compadre Mon el signo adquiere movimiento. Las imágenes, el metro, los juegos fónicos y los conceptuales, marcan el texto de la intensión del poeta de motivar el lenguaje y romper con su arbitrariedad. Bajo tu potro es un juguete el llano, Bajo tu potro tan dominicano Que le sirve de espuela la corneta, Y vuela más que la guinea inquieta Que en las plumas se pintan municiones Para robarle el blanco a la escopeta. Mucho más me penetras y perduras Cuando desgranas tus aventuras Ante el espanto de la llanera Que puso al cuello de los soldados El amuleto como trinchera. Que bien recuerdo tu apretón lejano: Un corazón se te volvió la mano: Se me quedo tu azúcar en la hiel, Como a los negros cuando cortan cañas Que se les queda en el machete miel Y se agiganta mucho más tu historia En la alcancía de la memoria Loro de los refranes, triunfo de las mujeres, Cuando volando las cabalgaduras, Eran sobre las lomas y las llanuras Un tiroteo los amaneceres. Hoy lo que rueda, viejo Mon, es rueda: Asoma la vitrina en las vitrinas De los ojazos de las campesinas, Y bajo la moneda El alba de su falda se les queda... Mira una cruz como se pierde al vuelo: Enredada en la hélice Se va la carretera por el cielo. Más hoy, compadre Mon, también se va tu llano Míralo en el bolsillo del norteamericano... Pero no todo se va … Se queda Como el cielo en el río lo tuyo, lo sencillo, Porque no todo cabe en el bolsillo… Porque no tiene tamaño la moneda. En compadre Mon. Se percibe que el hablante trata de establecer un diálogo con el pasado. Se dirige a una persona ausente y discurre sobre una situación que está ya cambiando. En una segunda lectura podemos leer que se trata de un instante de muchos en el que el hablante en el primer verso establece donde tiene lugar la obra: el llano, sometido a los caprichos de un potro. El potro es un animal joven que nos remite a la adolescencia, a la alegría y los juegos juveniles. Potro dominicano define e identifica el origen del potro. Este potro además se mueve, su motivación es la corneta, (el sonido). Por otro lado el potro es signo de sensualidad. Recuerda el apretón lejano, algo sucedió en el pasado que recuerda con en que la mano se le volvió un corazón, temblaba de emoción. El azúcar se le quedo en la hiel, asociación de lo dulce con lo amargo y luego nos acerca al símil de los negros cuando cortan caña. La historia de esa amante crece, se agiganta en los recuerdos que guarda en la alcancía de la memoria. En su conversatorio con el Compadre Mon la voz le dice que lo que rueda. Es rueda, es decir que es un círculo que gira y que se pierde en el vuelo. La voz lírica se refiere a un presente Hoy, le dice al compadre Mon que no todo se va en el bolsillo del otro, el norteamericano. Se queda lo sencillo, lo menos aparente, la dominicanidad, es lo más grande y esta, no cabe en el bolsillo de nadie, no se puede vender El potro entonces con alas (vuela más que la guinea inquieta) La poesía sorprendida: Al llegar a la década del cuarenta la antigua ciudad de Santo Domingo de Guzmán ha sido sustituida por el nombre de Ciudad Trujillo. En honor al dictador y sus calles y parques principales bautizados de nuevo, honran a los hijos y parientes del Generalísimo. Las costas caribeñas infectadas de submarinos alemanes, no permiten que se olvide que en un lugar no tan remoto el mundo se desangra en una lucha violenta. La dictadura trujillista se encontraba en el apogeo de su poder y su gobierno controla todos los aspectos de la vida dominicana. Se vivía un clima espantoso y un momento verdaderamente difícil, en particular, apresa el intelectual dominicano, que no puede escapar de este ambiente de opresión moral y material. No obstante, los primeros años del decenio se caracterizan por una incesante producción literaria de obras de primera calidad como Poemas de una sola angustia, Compadre Mon, Trópico negro, y Yelidá El mundo dominicano en esta época recibe el estímulo de una colonia de republicanos españoles exiliados que se integran a la vida cultural del país. Entre ellos se destacan Vicente Lloréns Castillo, catedrático de filosofía y literatura española, discípulo de Menéndez Pidal Segundo Serrano Pónsela, poeta y editor de la revista Panorama en Santiago de los Caballeros y colaborador a La poesía sorprendida. Alberto Baeza Flores y su importancia en las letras dominicanas. En el 1843, Baeza Flores llega a la vieja capital colonial como agregado a la Delegación Chilena. Trae consigo un gran entusiasmo y una colección de revistas y manifiestos surrealistas que está ansioso de compartir. Baeza Flores asiste a una de las conferencias de la Sociedad Alfa y Omega y logra entablar amistad con el joven poeta y estudiante de medicina Mariano Lebrón Saviñón, poeta negrista. Baeza quedo profundamente impresionado por su juventud y la calidad de sus versos, se acerca a él. A partir de ese momento impulsados por un profundo interés en la difusión de la poesía, deciden dar una lectura de poesía a dos voces en la Sociedad Alfa y Omega. Es a partir de este momento en que la poesía dominicana a través de esta generación de poetas comienza a abrir sus puertas a las literaturas europeas. Ya los grupos La Cueva conocen la poesía de la generación del 2 y hay un vivo interés en el romance. Varios entre ellos Mariano Lebrón Savinón leen el francés y el inglés y su biblioteca necesaria incluye los maestros franceses simbolistas y los surrealistas. La poesía sorprendida se percibe como producto de preocupaciones internas e individuales. La esencia poética, además, se le escapa a la palabra que muchas veces debe permanecer muda para poder recogerla. Entonces los poetas comienzan a preocuparse por las limitaciones que ofrece el lenguaje. Desde el principio los sorprendidos presentan una estética que se aleja del postumismo, preocupado desde sus orígenes por establecer la naturaleza poética de los elementos y el habla más humilde dominicana. La Poesía Sorprendida publica su primer número en octubre de 1943. Desde su nacimiento la revista declara su intención de abrir las puertas de las letras dominicanas a la tradición literaria mundial Estamos por una poesía nacional nutrida en lo universal, única forma de ser propia; con lo clásico de ayer, de hoy y de mañana; con la creación sin límites, sin fronteras y permanente; con el mundo misterioso del hombre, universal, secreto, solitario e íntimo, creador siempre. Estamos contra toda limitación del hombre, la vida y la poesía: contra todo falso insularismo que no nazca de una nacionalidad universalizada en lo eterno profundo de todas las culturas: contra la permanente traición a la poesía y sus permanentes traidores por corta visión. La revista dura casi cinco años en los que se publican veintiún números, caso ya de bastante mérito dentro del ambiente cultural hispanoamericano de entonces donde pocas revistas obtienen esa longevidad. Según Anderson Imbert, La Poesía Sorprendida es el acontecimiento cultural y literario de la década de los cuarenta en la vida dominicana. En ningún momento hasta entonces ha tenido la literatura dominicana esa relación sostenida con las literaturas de América. Pedro Salinas y Andrés Bretón se detienen en la isla entusiasmado por la labor de esos jóvenes amantes de las letras que luchan por mantener su espíritu. Los sorprendidos reciben también el Tercer cántico de Jorge Guillen que publican en la colección “El desvelado Solitario” en septiembre de 1944 y que se reparte junto al número doce de La Poesía Sorprendida. Reciben además carta de Juan Ramón Jiménez en la que afirma interés en la labor de los jóvenes y solicita los números de las revistas publicadas. Además de poner la literatura dominicana en el mapa literario del momento, los sorprendidos trabajan para fomentar el interés y la difusión de el país no sólo de las letras dominicanos sino universales. Se ofrecen veladas y lecturas poéticas en salones y parques. Los poetas dominicanos en La Poesía Sorprendida. Son: Rafael Américo Henríquez (1899-1968), Manuel Lanes (1899), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Aida Cartagena Portalatín (1918-) Manuel Valerio (1918) Freddy Gatón Arce (1920), Manuel Rueda, (1921), Mariano Lebrón Saviñon.(1922), Antonio Fernández Spencer (1922). Entre los poetas sorprendidos destacaremos los que consideramos de más relevancia dentro del grupo: Franklin Mieses Burgos forma parte de la dirección de la Poesía Sorprendida desde su concepción a la clausura. Su casa llegó a ser “La casa de La Poesía Sorprendida”. Sus poemarios: Clima de eternidad y Sin mundo ya y herido por el cielo. En 1951 Brigadas Líricas de Montevideo. Aída Cartagena de Portalatín. La voz femenina de La Poesía Sorprendida Conocida como la Ilustre escritora. Nació en Moca, República Dominicana en 1918. Poeta, novelista y cuentista. Dio a sus escritos un impulso de contenido lírico. Egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y diplomada en Artes de la Universidad de Lowrce, de París. Siempre vivió comprometida con la vida literaria dominicana Aída Cartagena de Portalatín publicó de poesía: Víspera del sueño, Del sueño al Mundo, Mi mundo el Mar, Una mujer está sola. Llámalo verde Novela Escalera para Electra, La tarde en que murió Estefanía. Ensayos. Cultura Africana Rebelde con Causa, Narradores dominicanos. En 1961 crea Brigadas Dominicanas y La Colección Baluarte en las que emprende la tarea de hacer conocer la literatura de protesta al gobierno de Trujillo. Pública Vísperas del sueño. Del sueño al mundo y Llámalo verde en la colección El Desvelado Solitario de Poesía Sorprendida. En la Colección La Isla Necesaria aparecen sus obras Mi mundo el mar, José Vela Zanetti y Una mujer está sola. Brigadas Dominicanas publica sus obras Escalera para Electra y La voz desatada. Murió en Santo Domingo el 3 de junio de 1994. Manuel Rueda, nació en San Fernando de Monte Cristi, el 27 de agosto del 1921. Pianista, poeta, ensayista, dramaturgo, músico, crítico, folklorista y en el género lírico, excelente sonetista. Rueda, artista sumamente versátil es colaborar en La Poesía Sorprendida a la vez que celebrado concertista. Ha publicado una obra muy extensa que incluye: Las noches y Tríptico 1949, Santiago de Chile: Las noches, 1953, Colección La Isla necesaria: La trinitaria blanca, Premio Nacional de Literatura, 1957 La criatura terrestre, 1966; Adivinanzas dominicanas, 1970; Conocimientos y poesía en el folklore, 1971 y otras. Lleva el tema negroide a su creación “Cantos de la frontera”, extenso poema publicado con el cuaderno “La Criatura Terrestre”. Insertó en la poesía un “tema modular” hasta ese momento sólo tratado por pensadores políticos y sociólogos y que atañe a la esencia misma de la nacionalidad dominicana, los motivos negroides, son sustancias de profunda meditación, pero con cierto aire esperanzador. “Cantos de la Frontera” viene a ser en la poesía dominicana “Un Muestrario de Poesía Social”. En sus obras Rueda revela el paisaje, la tragedia, la aridez la soledad y el desamparo de su norte natal. Además ha incorporado a la Poesía Dominicana una nueva y variada temática que es recogida y continuada por poetas más jóvenes. “Visita a un centenario abandonado” abarca la interpretación de temas religiosos y mágicos, así como otros destinados a iluminar nuestra más intima realidad. Manuel Rueda es también uno de los fundadores del Teatro Moderno Dominicano con su obra “La Trinitaria Blanca” por la que merece el premio de teatro en 1957. Varias de sus obras han sido representadas en el extranjero. Fue miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, condecorado con la orden de Duarte, Sánchez y Mella, por el gobierno dominicano. En 1994 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, y en 1995 el Premio Anual Novela y el Premio de la Casa del Escritor, ambos por su novela “Bienvenida y la Noche”. Antonio Fernández Spencer fue colaborador y luego más tarde uno de los editores de La Poesía Sorprendida. Edita en 1947 la revista Entre las soledades en las que continúa las preocupaciones y el formato de La Poesía Sorprendida. Su obra extensa incluye: Vendaval, publicaciones de La Poesía Sorprendida: Bajo la luz del día, (1952) Nueva poesía dominicana, (1953: A orillas del filosofar, (1960) Los testigos, (1962)
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Enrique Dintrans A:
Admiro y agradezco esta presentación tan clara e instructiva de lo que ha sido el transitar de los poetas de tu tierra. Pienso que con textos como este el portal textale se enriquece y da posibilidades reales de aprender a quien quiera merodear en estos paisajes de la literatura.
Dejas muchas pistas y señas a quien quiera adentrarse en movimientos como los postumistas, (a través del análisis de los poemas que has presentado) los sorprendidos y el poeta Manuel Cabral, con la construcción de ese gran personaje que se pasea con el "potro". Este documento es para más de una lectura, por lo instructivo y ameno.
Saludos