Una palabra puede cambiarlo todo, una acción, una decisión... 
 No es tanto el tiempo que he estado contigo, pero me duele tanto como si fueran años. 
 Ésta decición, la veo cruel.
 Olvidarte?... No es lo que quiero. ¿Dejar de pensar en ti?... No puedo.
 Que extraña es tu decisión, me parece tan cruel, me parece precipitada. Pero es tu decisión...
 ¿Cómo interferir entre tus sentimientos?, ¿Cómo deshacerme de lo que es tu deseo?
 ¿Cómo puedo borrarte éso de la mente?, ¿Cómo pudiera hacerte pensar diferente?
 ¿Qué puedo hacer yo, si ésa fue tu decisión?... 
 Insistirle a alguien que te ame es lo más ilógico que se puede hacer.
 Correr para alcanzar a quien ya no te quiere a su lado, solo te agotaría. 
 Esperar a que ése alguien piense diferente, solo empeoraría la calma y se perdería el tiempo. 
 ¿Cómo puedo cambiar ésto que me has pedido?... No sirve de nada querer tapar el sol con la punta de mi dedo.
Ojalá pudiera cambiar todo ésto, ojalá tuviera una máquina del tiempo para repetir cada instante a tu lado que se quedó plasmado en mi mente, tan resplandecientemente como tu rostro.
Ojalá tuviera un libro con todas las respuestas para haber sabido qué hacer en ése instante perfécto para nuestro mal entendido. Ojalá pudieras entrar en mí mente y ver cuanto te amo. 
Ojalá... Ojalá...
Pensar, solo me agota. Escribir, me reconforta. Llamárte... ¿cómo hacerlo si ya me quedaron claras tus palabras?... Me queda sentarme a meditarlo todo, con la mirada perdida y esperanzándo a que no sea tan doloroso. Me queda acostarme entre mis lamentos con un buen repertorio de música en mis audífonos. Me queda soñar de nuevo con un mañana, me queda sentir de nuevo que solo hieren mis palabras. Aquí me quedo como siempre, meditando sin parar, viendo lo mal que tal vez puedo estar, comenzando a creer que yo soy la del problema desde hace tiempo.
Aquí me quedo ya para meditar de nuevo, lo difícil que es seguir cada vez que me lamento.