Cambio mi disfraz de soledades pasadas y heridas que no querían cerrar por esa luz que refleja en mi piel cuando tus ojos captan mi cuerpo, cuando tu voz invade mis oídos en susurros agónicos.
Dejo correr mi ser a través del movimiento de las olas una y otra vez sin querer llegar a tierra firme, tus vientos me arrasan y me acarician el alma sin entenderlo.
A veces te alejas tanto que dejo de respirar como si ya no lo necesitara y en tu vuelta el motor enciende la máquina que me impulsa, que me quema, que me mata y me da vida.
Tantos años han pasado desde la última vez que te vi que pareciera que nunca te hubieras ido, porque todo siguió intacto desde entonces aún a pesar de haberte negado tantas veces, a pesar de haber hecho todo por perderte, por alejarte y por olvidarte.
Hoy: a la espera de otro viaje aguardo el momento de tenerte por fin a bordo y emprender el camino que siempre tuvo que haber sido nuestro, pero mientras haya vida hay esperanza y el sol siempre espera adelante.